sábado, 19 de febrero de 2011

V


nom, VACA
tip, FAUN LEYE CUAD
vet,
La domesticación de la vaca es muy antigua. En Egipto, Filistea y Palestina había excelentes pastos, donde se criaban los ganados (Gn. 41:2; Dt. 7:13; 1 S. 6:7). Abraham y sus descendientes tenían vacas entre sus ganados (Gn. 12:16; 32:15). La leche era parte de la alimentación (2 S. 17:29).
Las terneras podían ser sacrificio con ocasión de la ratificación de un pacto (Gn. 15:9), para el ceremonial de profesión de inocencia, cuando había un homicidio, y se desconocía al culpable (Dt. 21:3), para el rito de los sacrificios de acción de gracias (Lv. 3:1).
Las cenizas de la vaca alazana servían para la preparación del agua de la purificación que quitaba la contaminación contraída por el contacto con un muerto (Nm. 19:2; He. 9:13). En circunstancias excepcionales se ofrecían vacas en holocausto a Jehová (1 S. 6:14).

nom, VACA ALAZANA
tip, LEYE TIPO
ver, TIPO, TIPOLOGÍA, PASCUA, EXPIACIÓN (Día de la), ESCATOLOGÍA, MILENIO, REINO
vet,
Ésta era también una ofrenda por el pecado, y tiene un carácter singular. La vaca alazana era muerta fuera del campamento, y su sangre era rociada por el sacerdote siete veces directamente ante el Tabernáculo. Después se quemaba el animal entero, y el sacerdote echaba madera de cedro, hisopo y escarlata en la pira donde se quemaba la vaca. Se recogían las cenizas, y eran puestas en un lugar limpio fuera del campamento. Cuando se usaban las cenizas, una persona limpia mezclaba las cenizas en una vasija con agua corriente, mojando después un hisopo con ella, y rociaba con esta mezcla la persona, tienda, etc., que estuviera contaminada. Era el agua de la separación, una purificación del pecado.
La ordenanza de la vaca alazana era una forma excepcional de la ofrenda por el pecado. No considera la expiación, sino la purificación mediante el agua de aquellos que, teniendo su morada y lugar en el campamento, donde estaba el santuario de Jehová, se hubieran contaminado por el camino (cfr. Nm. 5:1-4). Se corresponde con Jn. 1:9 sobre la base de que el pecado fue condenado en la cruz. El lavamiento de pies de los que ya están limpios, tal como el Señor lo enseñó en Jn. 13, tiene este carácter de limpieza con agua. El Espíritu Santo aplica, por la Palabra, la verdad de la condenación del pecado en la cruz de Cristo al corazón y a la conciencia, para purificar al creyente, sin aplicar de nuevo la sangre (Nm. 19:1-22; He. 9:13). Pero Juan 13 va más allá. El Señor aplica la verdad de Su partida de este mundo al Padre al mismo caminar de Sus discípulos.
Véase SACRIFICIO.

nom, VAIZATA
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Uno de los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, enemigo de los judíos (Est. 9:9).

nom, VALLE
tip, VALL
ver, PALESTINA, JOSAFAT, SAL, SAVE, JERUSALÉN
vet,
Son pocos los lugares de Palestina que se asemejen a los valles de otros países. Dos de los términos traducidos «valle» se traducen asimismo «llanura» y se refieren a amplias llanuras entre los montes. Otras dos palabras se refieren a las estrechas cañadas o barrancas por las que discurren los torrentes en invierno, pero que generalmente están secos en verano, y que se conocen actualmente como wadis.
Los términos son:
(A) «bikah», «valle o llanura», que es el término usado para los valles o llanuras de Aven, Jericó, Líbano, Meguido, Mizpa, y Ono.
(B) «Emek», «valle o llanura», es lo que más se parece a un «valle» inglés. Se aplica a Acor, Ajalón, Baca, Beraca, Bet-aram, «de la decisión» (Jl. 3:14); Ela, «de los gigantes» (Jos. 15:8; 18:16); Gabaón, Hebrón, Josafat, Jezreel, «del Rey» (Gn. 14:17; 2 S. 18:18); de Refaím, Save, Sidim y Sucot.
(C) «Gay», «ge», cañada, valle angosto, que se usa para Carisim, Hamón-gog, Hinom, Hijo de Hinom, Jefte-el, Zeboim y Sefata; se usa simbólicamente del «valle de los montes» (Zac. 14:5); «valle de los que pasan» (Ez. 39:11); «de la sal» (2 S. 8:13; 2 R. 14:7; 1 Cr. 18:12; 2 Cr. 25:11; Sal. 60, encabez.); «de los artífices» (Neh. 11:35); «de la matanza» (Jer. 7:32; 19:6); «de la visión» (1 S. 22:1, 5); «de la sombra de muerte» (Sal. 23:4).
(D) «Nachal», garganta, wadi, frecuentemente traducido «torrente» o «río»; los valles son Escol, Gerar, Sitim, Sorec, y Zared.
(E) «Shephelah», traducido valle y llanos, y transcrito en la mayor parte de los pasajes como Sefela. Se refiere a las tierras bajas que se hallan a mitad de canino entre las tierras altas y las llanuras costeras de Judá. (Véase PALESTINA.)
(F) «Pharagê». «Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado» (Lc. 3:5). Se trata de una cita de Is. 40:4, donde el término heb. es «gay».

nom, VALLE DE JOSAFAT. Véase JOSAFAT [VALLE DE].)

nom, VALLE DEL REY. Véase SAVE [VALLE DE].)

nom, VALLE (PUERTA DEL). Véase JERUSALÉN.

nom, VALLE DE LA SAL. Véase SAL [VALLE DE LA].

nom, VANÍAS
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Hijo de Bani, que se separó de su mujer extranjera (Esd. 10:36).

nom, VANIDAD
vet,
Los términos «vanidad» y «vano» se hallan frecuentemente en la Biblia para dar la idea de aquello que es vacío, pasajero, sin valor. Dentro de ello caen la idolatría y la maldad, como cosas que no solamente son malas, sino además vanas y vacías. También denotan falsedad.
El principal término heb. traducido «vanidad» es «hebhel», lit. «un soplo de aire, o de la boca». Se usa:
de la adoración de ídolos (1 S. 12:21; 1 R. 16:13; Sal. 31:6, etc.);
del hombre y a sus días sobre la tierra (Jb. 7:16; Sal. 144:4, etc.);
de los pensamientos del hombre (Sal. 94:11);
de sus posesiones (Pr. 13:11);
de todo en lo que el hombre se ocupa perteneciente a esta esfera de debajo del sol (Ec. 1:2; 4:7, etc.).
La misma creación, por la caída del hombre, está sujeta a vanidad (Ro. 8:20), de la que sólo será librada en la manifestación de Cristo (Ro. 8:21). El hombre sin Dios está encadenado en una vanidad de vaciedad y frustración, de culpa y muerte, de la que sólo puede ser librado volviéndose de todo ello al Señor Jesús, que puede salvarlo e introducirlo en una vida abundante (Ef. 4:17; Tit. 1:10; Hch. 14:15; Jn. 10:10).

nom, VAPSI
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Padre de uno de los doce espías que salieron a explorar la tierra de Canaán (Nm. 13:14).

nom, VARA
tip, UTEN TIPO
vet,
(a) Heb. «Shêbet»: vara, o bastón de castigo (Éx. 21:20; 2 S. 7:14; Jb. 9:34; Pr. 10:13; Is. 11:4). En ocasiones, la vara del pastor (Ez. 20:37; Mi. 7:14). Los pastores hacen pasar sus ovejas bajo sus varas para contarlas mas fácilmente; así es como el Señor se cuidará de una manera particular de cada una de sus ovejas. La vara es asimismo un símbolo de poder y de autoridad (Sal. 2:9; cfr. Jer. 48:17).
(b) Heb. «matteh», vara, bastón para andar (Éx. 4:2; 8:1; 1 S. 14:27, 43).
La vara de Moisés era un bastón de pastor, empleada también en ocasiones por Aarón, con la cual los dos hermanos llevaban a cabo milagros. Por esta razón recibía también el nombre de «vara de Dios» (Éx. 4:20; 17:9). Cuando el sumo sacerdocio instituido por Moisés fue objeto de críticas y de murmuraciones por parte del pueblo, Dios hizo florecer en una noche la vara de Aarón (Nm. 17:1-11). Aquí parece haber un símbolo de la resurrección de Cristo, cuya divinidad y sumo sacerdocio quedaron confirmados por su resurrección de entre los muertos (Ro. 1:4; cfr. He. 9:4).
(c) Gr. «rhabdos», de donde se deriva el verbo «rhabdizõ»:
el bordón del viajero (Mt. 10:10);
la vara de castigo (1 Co. 4:21);
el cetro de equidad y del reino (He. 1:8).
La flagelación con varazos era un suplicio romano que se aplicó a Cristo (Mr. 15:15), así como a Pablo y a Silas (Hch. 16:22; 22:25; 2 Co. 11:25).

nom, VASIJA
tip, UTEN COST
vet,
El término heb. más frecuente, «sir», significa recipiente, grande o pequeño (2 R. 4:38), de tierra o de metal (Éx. 38:3), para muy diversos usos, como para cocer la carne (Éx. 16:3; 2 Cr. 35:13; Jb. 41:22; Ez. 24:3-5); también había recipientes para lavarse (Sal. 60:8) y para afinar metales (Pr. 27:21).
El término «dud» designaba indudablemente un recipiente análogo (Jb. 41:11; 1 S. 2:14; 2 Cr. 35:13), o una olla. Éste es asimismo el sentido aproximado de «kalahath»: crisol, olla, caldero (1 S. 2:14; Mi. 3:3).
El agua que se necesitaba en las casas se guardaba en vasijas de piedra, jarras de gres u otros materiales (Jn. 2:6; cfr. Odisea 13:105), que también podían usarse para otros líquidos y sólidos. Una vasija de barro cocido, que por lo general tenía dos asas, servía para sacar agua del pozo y para llevarla del pozo o de la fuente hasta casa (cfr. Ec. 12:8). Por lo general, eran las mujeres las que iban a buscar el agua para la casa; llevaban las vasijas sobre la cabeza o la espalda (Gn. 24:13, 15, 16; Jn. 4:28); los hombres las llevaban ocasionalmente (Mr. 14:13). El vino se conservaba en vasijas de tierra (Herodoto 3:6), que eran frecuentemente de grandes dimensiones (Odisea 2:340). También se guardaban en ellas el aceite o la harina de cocinar (1 R. 17:12).

nom, VASNI
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Hijo primogénito del profeta Samuel (1 Cr. 6:28); recibe el nombre de Joel en el v. 33 y en 1 S. 8:2.

nom, VASO. Véase COPA.

nom, VASTI
tip, BIOG MUJE MUAT
ver, ESTER
vet,
(antiguo persa: «la bienamada»; cfr. «avesta»: «la mejor»).
Esposa de Asuero, rey de Persia, que la repudió por haber rehusado presentarse a él durante un festín (Est. 1:3, 9-2:1; véase ESTER).
Amestris, hija de Otanes, era la esposa de Jerjes (Herodoto 7:61, 114). Si es la misma persona que Vasti, volvió a conseguir el favor de Jerjes, por cuanto era la soberana reinante después de la batalla de Mícala, en el año 497 a.C. (Herodoto 9:109).
exc, VELA. Véase TIEMPO, b.

nom, VELO
tip, COSM TEJI
ver, CABEZA
vet,
Además de las alusiones a los velos que llevaban las mujeres (costumbre muy extendida por Oriente) y de la instrucción bíblica a las mujeres a cubrirse la cabeza en oración (véase CABEZA), el velo se usa simbólicamente en las Escrituras de aquello que esconde la gloria de Dios. Así fue literalmente cuando Moisés descendió del monte; su rostro resplandecía debido a la gloria que había visto, y el pueblo no podía soportar este resplandor; por ello, cubrió su rostro con un velo. Este velo permanece sobre los corazones de los judíos en la actualidad cuando leen la Ley (Éx. 34:33-35; cfr. 2 Co. 3:15). No pueden ver la gloria de la que la Ley daba el tipo; pero a su debido tiempo Dios quitará el velo, y verán a Cristo bajo las sombras de la Ley, y recibirán entonces a Aquel a quien ahora rechazan. En contraste con aquella ministración, en la que la gloria tenía que ser velada debido a la incapacidad de Israel de contemplarla, los cristianos pueden ahora contemplar la gloria del Señor, cuyo rostro está sin velo, y ser cambiados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor (2 Co. 3:13-18).

nom, VELO DEL TABERNÁCULO Y DEL TEMPLO
tip, TIPO
ver, CABEZA
vet,
Constituían testimonio del hecho de que bajo la ministración de la Ley el camino al Lugar Santísimo no se había hecho manifiesto; Dios no se había manifestado abiertamente en bendición plena, y el hombre no tenía libertad para entrar a Su presencia. A la muerte de Cristo, el velo del Templo se rasgó de arriba abajo, y Dios se manifestó en plena gracia. En el cristianismo, el creyente tiene libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y verdadero que Él ha consagrado para nosotros por el velo, Su carne. Lograda la redención, Dios se ha dado a conocer en plena gracia, y el creyente puede acudir a Su presencia (Mt. 27:51; He. 6:19; 10:20). En He. 9:3 el velo del Templo recibe el nombre de «el segundo velo», contándose como primer velo las cortinas de la entrada.
Véase TABERNÁCULO.
nom, VENENO
tip, MDIC
ver, HIEL
vet,
Toda sustancia vegetal, animal o mineral que, introducida en un organismo vivo, le produzca perturbaciones que pueden llegar a ser mortales (2 R. 4:39, 40; Ro. 3:13).
Hay dos términos heb, que denotan el veneno de serpientes:
(a) «Hemah», calor intenso (Dt. 32:24, 33; Sal. 58:4), término que denota asimismo una pasión ardiente, y la fiebre debida al veneno.
(b) «Ro'sh» (Dt. 32:33; Jb. 20:16), veneno, y también hierba amarga (véase HIEL).
En Job 6:4 se hace, sin duda, alusión a la antiquísima costumbre de envenenar flechas (Odisea 1:261, 262; Plinio, Historia Natural 11:115; 18:1). También había venenos de origen vegetal, como un extracto de tejo (Historia Natural 16:20). Los galos empleaban una planta venenosa, el limeum, que pasaba por ser mortal para las fieras (Hist. Nat. 27:76). El empleo de veneno con propósitos criminales estaba en boga en el mundo romano y en la antigüedad en general (2 Mac. 10:13; Ant. 17:4, 1). Esta odiosa práctica penetró en Judá y en oriente (Mr. 16:18), pero no se menciona mucho en la Biblia, lo que prueba que esta manera de actuar no era corriente entre los judíos.

nom, VENGADOR DE LA SANGRE
tip, LEYE
ver, CIUDADES DE REFUGIO
vet,
Después del Diluvio Dios dio a Noé la ley de que «el que derramare sangre del hombre, por el hombre su sangre será derramada» (Gn. 9:6). La ley establecía la distinción entre homicida y asesino; cuando una persona era muerta accidentalmente, el homicida podía huir a una de las ciudades de refugio (véase CIUDADES DE REFUGIO) para ser protegido allí del vengador de la sangre. Entonces se consideraba que el ejecutor de la justicia debía ser el pariente más próximo del asesinado.
Dios ha investido al hombre con una autoridad gubernamental para mantener en vigor este mandato universal, dado mucho antes que la Ley de Moisés, y que nunca ha sido revocado ni mitigado. En el NT se menciona que el magistrado no lleva en vano la espada, porque es servidor de Dios para castigar a los que hacen lo malo (Ro. 13).
Bajo la Ley de Moisés se promulgó el «ojo por ojo y diente por diente» (Mt. 5:38; Éx. 21:24). Para el cristiano es totalmente diferente: habiendo sido tratado en gracia, tiene que actuar también hacia los demás con este mismo espíritu de gracia. Lo que a él se le indica es: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Ro. 12:19; Ap. 6:10; 19:2). Ahora es el día de la gracia; pero se avecina el día de la venganza que caerá sobre aquellos «que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:8). El deber del cristiano de no vengarse no choca en absoluto con el ejercicio del gobierno de Dios por los magistrados, que derivan su autoridad de Él en la represión y retribución del mal.

nom, VENIDA (Segunda)
tip, DOCT ESCA
ver, APOCALIPSIS, DANIEL, JUICIO, MILENIO, REINO DE DIOS, RESTO (de Israel), RESURRECCIÓN, TESALONICENSES (Epístolas), TRIBULACIÓN
vet,
La Segunda Venida del Señor Jesucristo debe ser la más viva esperanza de todo creyente. Antes de Su muerte, Él dio la promesa: «No se turbe vuestro corazón... voy... a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Jn. 14:1-3). Después de Su resurrección y ascensión, dos varones con vestiduras blancas anunciaron a los discípulos, todavía en el monte de los Olivos: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hch. 1:11). Ésta fue la constante enseñanza apostólica. Pablo, escribiendo a los tesalonicenses, les dice: «Cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts. 1:9, 10). Por otra parte, escribiendo su epístola a Tito, dice: «La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tit. 2:12, 13). El NT cierra sus páginas con un fuerte recordatorio de esta esperanza, en palabras del mismo Señor: «Ciertamente vengo en breve» (Ap. 22:20).
El apóstol Pedro expresa los rasgos característicos de la Primera y Segunda Venidas del Señor Jesús al decir: «Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos» (1 P. 1:10, 11). En Su Primera Venida Cristo obró la redención mediante Sus sufrimientos expiatorios en la cruz. En la Segunda, vendrá para ser reconocido universalmente, en aquel día en que toda rodilla se doblará ante Él, y toda lengua le confesará (Fil. 2:5-11).
La Segunda Venida del Señor Jesús tiene diversos aspectos. En primer lugar, el que se relaciona con el arrebatamiento de la Iglesia a Sí, tanto de los creyentes vivos como de los que durmieron en Cristo (1 Ts. 4:13-18); después de ello Su manifestación pública, apareciendo con Sus santos para juzgar a las naciones, aplastando toda oposición y establecer Su reino (1 Ts. 3:13; Jud. 14; cfr. Zac. 14:5). Es en la Segunda Venida que se cumplen las promesas mesiánicas de la liberación nacional de Israel, en base a la obra redentora del Señor en Su Primera Venida y del arrepentimiento nacional del Remanente. Entonces, «después de esto» (de la era de la Iglesia), será restaurado el tabernáculo de David y la reunión de las naciones salvas (cfr. Hch. 15:14-18). Entonces el Señor se sentará sobre el trono de David, reinando sobre la casa de Jacob en un reino sin fin (cfr. Lc. 1:32, 33). (Para más detalles, véanse APOCALIPSIS, DANIEL, JUICIO, MILENIO, REINO DE DIOS, RESTO [DE ISRAEL], RESURRECCIÓN, TESALONICENSES [EPÍSTOLAS A LOS], TRIBULACIÓN [LA GRAN].)

nom, VENTANAS
tip, CONS
vet,
Aperturas practicadas en las paredes de las estancias (Gn. 26:8; 1 R. 6:4; Jer. 22:14), se abrían y cerraban con unas esteras o celosías (Gn. 8:6; 2 R. 13:17; Dn. 6:10; Jue. 5:28; 2 R. 1:2; Pr. 7:6; Cnt. 2:9). Las ventanas de los pisos bajos o de la planta eran indudablemente pequeñas y enrejadas. La mayor parte de las ventanas de las casas ricas miraban al patio interior. Las ventanas de las casas edificadas en la muralla miraban a los campos (Jos. 2:15; 2 Co. 11:33).

nom, VERANO. Véase ESTACIONES DEL AÑO.

nom, VERBO. Véase LOGOS.

nom, VERDAD
ver, MENTIRA
vet,
Conformidad entre lo que se expresa y aquello que es objeto de la comunicación. A través de las Escrituras aparece lo que Dios designa como «la verdad». Es divina, y está por encima de las opiniones de los hombres, por prudentes y piadosos que éstos sean. En el AT se da la amonestación: «Compra la verdad, y no la vendas» (Pr. 23:23). «La verdad» debe referirse a Dios, el cual es verdadero, pero que como Dios no es llamado «la verdad». Ésta comprende todo lo que pueda ser conocido de Dios, sea declarada por la creación o dada a conocer por revelación. La verdad no es simplemente lo que se mantiene como dogma, sino que tiene que ser recibida en el alma. Pablo preguntó a los gálatas quién los había estorbado para que no obedecieran a la verdad (cfr. Gá. 5:7). El juicio caerá sobre la Cristiandad, «por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos« (2 Ts. 2:10).
La verdad es el camino real a la libertad: «la verdad os hará libres» (Jn. 8:32; cfr. v. 36). La verdad no puede ser separada del Señor Jesús que es «el camino, y la verdad, y la vida». Él es la verdad, por cuanto es la revelación personal de Dios al hombre. Ello, objetivamente. Subjetivamente, el Espíritu es la verdad, al venir del Cristo glorificado. En las tres Epístolas de Juan «la verdad» es constantemente mencionada, y se advierte a una dama cristiana a que no acepte a nadie en su casa, ni le diga «¡Bienvenido!» a no ser que mantenga las doctrinas enseñadas por los apóstoles, en otras palabras, «la verdad», que está en Jesús (2 Jn. 10, 11; Ef. 4:21). (Véase MENTIRA).

nom, VERDURAS
tip, FLOR ALIM
ver, ALIMENTOS, COMIDA
vet,
La alimentación común de los israelitas, junto con las legumbres (Pr. 15:17).
(Véanse ALIMENTOS, COMIDA.)

nom, VERGÜENZA
ver, DESNUDEZ
vet,
Término que en las Escrituras aparece con gran frecuencia unido a pecado y culpa. Entra en la raza humana como consecuencia de la caída. Antes de ella, Adán y Eva no sentían vergüenza de su desnudez. La vergüenza sólo la manifiesta el ser humano caído en pecado (cfr. Gn. 2:25; 3:10, 11). La vergüenza surge con la derrota (Is. 30:3), con la afrenta (Sal. 69:7; Is. 54:4; Mi. 2:6); con la desnudez (Is. 47:3; Mi. 1:11) y muchos otros males humillantes.
La vergüenza de la desnudez se correlaciona ante Dios con la vergüenza del pecador ante Dios por su estado moral, que precisa ser cubierto con un revestimiento de justicia. Sin embargo, los pecadores que intentan revestirse con una justicia propia, que ante Dios es abominación (cfr. Is. 64:6; cfr. Mt. 22:11-14), quedan caracterizados así en las Escrituras: «enemigos de la cruz de Cristo; ... cuya gloria es su vergüenza» (Fil. 3:18-19). El Señor ofrece las ricas vestiduras de Su justicia a todo el que acude a Él en busca de salvación: «Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres... vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez» (Ap. 3:18). (Véase DESNUDEZ.)

nom, VERSÍCULOS (División). Véase CAPÍTULOS [DIVISIÓN EN].

nom, VERSIONES ESPAÑOLAS DE LA BIBLIA
tip, LIBR HIST
ver, TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA, HERMANOS DE JESÚS, VERSIONES DE LA BIBLIA (I)
sit,
vet,
(a) En Castellano.
Los restos más antiguos existentes de una traducción entera de una Biblia al castellano son los de la llamada Prealfonsina, que se conservan en El Escorial, y que data del siglo XIII; los de la Biblia Alfonsina, también del siglo XIII, y la Postalfonsina (siglo XIV), que es en realidad una línea de varias versiones muy semejantes, en las que participaron judíos no conversos y conversos; sólo se trabajó sobre el AT.
Del siglo XV, la más célebre Biblia es la llamada Biblia de Alba, que está constituida por el AT íntegro, y que fue preparada entre 1422 y 1433 por Moisés Arragel, rabino de Guadalajara, que la vertió directamente del hebreo. Fue patrocinada por Luis de Guzmán, maestre de Calatrava, que asumió la protección del rabino. Tiempo después, la Biblia pasó a ser posesión de la casa de Alba (de ahí su nombre). En 1922 se llevó a cabo una edición facsímil de esta Biblia, con una tirada de sólo 300 ejemplares. Hacia 1450 apareció también una traducción de parte del NT, directamente del griego, de Martín de Lucena, comprendiendo los cuatro Evangelios y las epístolas de San Pablo; no se conserva ningún resto de esta obra, patrocinada por el marqués de Santillana. Posiblemente, ésta fuera la primera traducción directa del NT griego al castellano.
En 1533 apareció la llamada Biblia de Ferrara, que comprendía únicamente el AT, traducido directamente del hebreo por Yom Tob Atias y Abram Usque, que en la dedicatoria al duque de Ferrara usaron los seudónimos «cristianos» de Jerónimo de Vargas y Duarte Pinel. Se trata de una traducción sumamente literal, que vio sucesivas reimpresiones en Amsterdam (1611 ) y en Venecia (1617).
El Nuevo Testamento de Francisco de Encinas, traducido directamente del griego, apareció en 1543. Fue dedicado al emperador Carlos V, pero fue prohibido debido a la filiación reformada del traductor.
El Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda apareció en 1556. En realidad se trata de una revisión del NT de Encinas; esta edición fue la que introducía clandestinamente en España Julián Hernández, que moriría en la hoguera por sus empeños en pasar y difundir la Palabra de Dios entre sus compatriotas.
La Biblia del Oso fue la culminación de todos estos esfuerzos previos. La primera Biblia castellana completa, traducida de los originales hebreo y griego por Casiodoro de Reina, vio la luz en 1569 en Basilea, en la imprenta de Tomás Guarín, con una tirada inicial de 2.603 ejemplares en edición Princeps. Entre sus características cabe destacar que se incluían los libros apócrifos, y que había una gran abundancia de notas marginales, y con una «Amonestación al lector». Hay unos 32 ejemplares conocidos en todo el mundo; en España los hay en Barcelona, La Laguna, León, Madrid, Oviedo, Sevilla y Valencia. Con ocasión del IV centenario de la Biblia del Oso, la oficina de las Sociedades Bíblicas Unidas en España, bajo el impulso de su entonces secretario ejecutivo, don José Flores Espinosa, dispuso una magnífica reedición en facsímil, que fue publicada en Madrid en 1970.
La Biblia de Cipriano de Valera fue la revisión de 1602 de la Biblia de Reina. Valera dedicó veinte años a la tarea de cotejarla con los textos hebreos y griegos y con otras versiones. Valera eliminó las notas marginales y agrupó todos los libros apócrifos entre ambos Testamentos. Su revisión circuló durante mucho tiempo sólo con su nombre, sin mencionar el de Casiodoro de Reina, cosa que no sucede en la actualidad, reconociéndose la obra de ambos. La revisión de Valera conoció otras revisiones en los años 1862, 1909, 1960, 1977, 1995 y 1997, estando en circulación las cinco últimas. La versión Reina-Valera es la Biblia por excelencia del protestantismo de habla castellana, tanto en España como en la América hispana, y ha sido empleada maravillosamente por Dios para la conversión y crecimiento de muchas almas a lo largo de la historia, y, gracias a las mencionadas revisiones, sigue manteniendo su vigencia en la actualidad. Traducida en el Siglo de Oro, es de una excelente calidad literaria, y tanto el cuidado de su traductor, Reina, como de su primer revisor, Valera, y de los que le siguieron, han dado una versión fiel y ajustada de la Palabra de Dios en la línea del texto masorético para el AT, y del Textus Receptus en el NT (véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA, El texto del Nuevo Testamento). Menéndez Pelayo trató de desprestigiarla en su obra Historia de los heterodoxos españoles, con unas palabras poco elogiosas hacia Reina: «Sabía poco hebreo, y se sirvió de la traducción latina de Santes Pagnino ...», aunque sí reconoce su mérito literario y esmero en la traducción. Sin embargo, se debe cuestionar aquí la objetividad de Menéndez Pelayo, que no sentía muchas simpatías por la Reforma ni por los que la sostuvieron con su esfuerzo.
Cipriano de Valera sí publicó, sin embargo, una traducción propia del Nuevo Testamento hecha del original griego, publicada en Londres en 1596, siendo a la sazón catedrático de griego en la Universidad de Oxford, después de haber huido de España, donde había sido monje en el Convento de San Isidoro del Campo, al igual que Casiodoro de Reina, y después de haber pasado muchas vicisitudes.
En el siglo pasado se hicieron varios esfuerzos y traducciones parciales de la Biblia, algunas del Nuevo Testamento íntegro, entre las que se pueden citar el NT traducido del griego por Guillermo H. Rule, y publicado en tres tomos que salieron sucesivamente en Gibraltar (Los Cuatro Evangelios, 1841) y Londres (Hechos a 2 Corintios, 1877; Gálatas a Apocalipsis, 1880). Otra versión es la de Guillermo Norton y Juan Calderón, muy literal, que vio dos ediciones (Edimburgo, 1858; Barcelona, 1870). No obstante, el mejor esfuerzo que vio el siglo XIX fue la traducción de toda la Biblia llevada a cabo por H. B. Pratt, que fue finalizada en 1893. Lamentablemente, no ha sido apreciada en toda su valía. Fue revisada en 1923, y vio sucesivas reediciones, la última de ellas en 1961. Es la conocida comúnmente como Versión Moderna (V.M.).
Por lo que respecta al campo católico-romano, no hubo ninguna versión de la Biblia al castellano hasta que se levantó la prohibición de publicar Biblias en lengua vulgar. En 1782 la Inquisición española promulgó un decreto que permitía la publicación de Biblias, con la condición de que fueran acompañadas siempre de notas «aclaratorias» en los pasajes problemáticos, y sometidas a la previa censura eclesiástica. Aparte de diversas traducciones parciales, de los Salmos, Proverbios, Evangelios, etc., el escolapio Felipe Scío de San Miguel, obispo de Segovia, emprendió una traducción de la Vulgata SixtoClementina, que fue publicada entre los años 1791-93 en diez volúmenes. Esta obra vio muchas reimpresiones. Además de las ediciones autorizadas, fue publicada clandestinamente, sin notas, por las Sociedades Bíblicas; se pueden citar el NT de Scío impreso en Barcelona (1820), la Biblia entera en Londres (1821); otra edición preparada en París y sin los apócrifos (1823); una edición similar a la anterior, hecha en Barcelona (1837), y la edición del NT preparada por George Borrow (Don Jorgito el Inglés), impresa en Madrid (1837), y que Borrow mismo se encargó de distribuir por una España desgarrada por la sangrienta primera guerra carlista. Menéndez Pelayo la calificó de «desdichadísima», insulto que ha sido vigorosamente contestado por diversos biblistas católicos (cfr. Gran Enciclopedia Rialp, art. «Biblia», VI, vol. 4, p. 187). J. M.ª Casciaro Ramírez afirma, en el citado artículo: «Desde el punto de vista técnico, el trabajo de Scío es muy valioso.»
El siglo XIX vio la publicación de la famosa Biblia de Torres Amat, realizada por Felipe Torres Amat, posteriormente obispo de Astorga. Su versión fue primeramente publicada en Madrid (1823-25) en nueve volúmenes. Esta traducción de la Vulgata fue muchas veces reimpresa, y ha sido muy apreciada en el seno del catolicismo hispano. A semejanza de la de Scío, también vio varias ediciones clandestinas para su uso en la obra de colportorado (NT, Londres, 1839, 1852; la Biblia entera, sin notas ni libros apócrifos, Nueva York, 1856).
También, a partir del Decreto de la Inquisición, se desenterraron muchas obras que permanecían inéditas desde el siglo XVI; así, pudieron ver la luz las traducciones de fray Luis de León del Cantar de los Cantares y del libro de Job (Salamanca, 1798 y 99, respectivamente), el Salterio de fray Luis de Granada (1801), y varias otras.
Ha sido el siglo XX el que ha visto un gran esfuerzo dentro del campo católico en la preparación de versiones de la Biblia. En 1944 la Editorial Católica lanzó la versión Nácar-Colunga de la Biblia, primera versión católica de los textos originales; sus traductores fueron el canónigo de Salamanca Eloino Nácar, y Alberto Colunga, O.P., profesor de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de Salamanca. Las posteriores revisiones han mejorado la precisión y pulcritud del lenguaje. Ha merecido muchas ediciones posteriores, y ocupa un lugar prominente entre las versiones bíblicas en lengua castellana. Otras versiones que se pueden mencionar en el campo católico son la de José Straubinger (1944), también muy difundida; la Biblia de Bover-Cantera, con aparato crítico (1947); la Biblia de Ediciones Paulinas, que es una cuidada traducción; la Biblia de la Editorial Herder (1964); la de Felipe Fuenterrabía (1964); la Biblia de Jerusalén, que es una traducción secundaria procedente de la Biblia de Jerusalén en francés, dirigida por Roland de Vaux (1971); la Nueva Biblia Española, de Juan Mateos y Alonso Schökel, que se esfuerza en presentar el texto bíblico en castellano moderno (1975). Finalmente, en 1975 la Editorial Católica publicaba la traducción de Cantera-Iglesias, con numerosas notas filológicas para los estudiosos.
Una característica que se debe señalar en la totalidad de las versiones católicas, sin embargo, es su manipulación constante de Mt. 1:25. En efecto, la Biblia enseña la concepción virginal del Señor Jesús, en Su encarnación en el seno de María. Pero la doctrina romana sobre este punto, que siempre ha buscado la exaltación de María hasta colocarla a la par de Jesucristo, si no por encima de Él, mantiene tenazmente su virginidad perpetua. Ello se enfrenta totalmente con la estructura del texto griego de Mt. 1:25, cuya traducción correcta debe ser: «Pero [José] no la conoció [carnalmente] hasta que ella dio a luz un hijo.» Este texto es torcido en las versiones católicas, que lo traducen de la siguiente forma: «La cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo.» De esta manera se esquiva la estructura del texto griego, en el que el tiempo verbal y la preposición «heõs» señalan con toda precisión que José no tuvo relación carnal con María hasta haber nacido Jesús. Del mismo modo, y de manera uniforme, se despacha el tema de los hermanos de Jesús (por parte de María) en las notas con el comentario de que los semitas usaban este término de una manera muy amplia; se descuida con ello que Lucas, como Mateo y Marcos, escribieron en griego, y usaron un término que en griego, en un contexto de relación familiar, significa literal y propiamente hermano carnal, existiendo otros términos para expresar el término de primos o parientes (véase HERMANOS DE JESÚS). Con ello, en aras de un dogma arbitrario y sin apoyo bíblico, se lleva a cabo una indefendible manipulación del texto.
En el campo evangélico, el siglo XX ha sido testigo también de toda una serie de revisiones y traducciones que han procurado acercar el texto de la Biblia al lector actual. Ya en 1909 se publicaba la revisión de Reina-Valera, para adecuarla a las necesidades del lector de principios de siglo. Se han hecho sucesivas ediciones, y continúa manteniéndose presente, a pesar de un estilo que evidentemente ya no es el literario actual, pero que rezuma acierto y buen gusto; el Nuevo Testamento de la Versión Hispanoamericana fue publicado en 1916; preparado por una comisión de seis traductores protestantes, de origen español, iberoamericano y anglosajón, se basó en el aparato crítico de Nestlé; el Nuevo Testamento de Pablo Besson apareció en 1919 en Buenos Aires. Sigue mayormente el Textus Receptus, y da numerosas notas explicativas en pie de página, algunas de ellas doctrinales, otras lingüísticas. Ha visto dos reimpresiones, en 1948 y 1980; en 1960 las Sociedades Bíblicas Unidas publicaron su revisión de la Biblia de Reina-Valera. En esta revisión se actualizaba el castellano, se eliminaba una multitud de términos arcaicos, y se recogían algunos de los resultados de la crítica textual, tanto del AT como, especialmente, del NT. Ha visto numerosas reimpresiones de diversas editoriales, con y sin notas, Biblias de estudio, porciones para evangelización, y ha merecido una gran aceptación dentro del cristianismo evangélico de habla castellana; en 1966 apareció la llamada Versión Popular, subtitulada variadamente Dios habla al hombre, Dios llega al hombre. Ha sido un intento de traducir la Biblia a un lenguaje sumamente claro para el «hombre de la calle». A este fin se ha reducido mucho el léxico y se han simplificado las estructuras gramaticales. Las Sociedades Bíblicas Unidas, que habían preparado esta versión especialmente para Iberoamérica, lanzaron en España, en 1979, el Nuevo Testamento, titulado «Dios habla al hombre», con el lenguaje revisado al uso peninsular. Aunque es muy loable el propósito de sus impulsores, se debe lamentar que en no pocos pasajes esta versión distorsione el texto bíblico y falsee su significado. Dejando aparte la concesión al dogma católico que se hace en Mt. 1:25, y que le ha merecido la aprobación de las jerarquías católicas, hay otras alteraciones más graves, como la exclusión del término «justificación» en Ro. 3:24; la exclusión del término «sangre» en relación con la expiación, sustituyéndola por «muerte» (cfr. Col. 1:20); la exclusión asimismo del término «gracia», con toda su carga doctrinal (cfr. Ef. 2:8). Aunque literariamente la Versión Popular sí haya conseguido su objetivo de dar un texto comprensible a un gran sector de la población en lenguaje actual, ha sacrificado innecesariamente una serie de conceptos que se podían y debían haber expresado; en una línea distinta, logrando un equilibrio entre un lenguaje actual, accesible «al hombre de la calle», y a la vez un fiel reflejo del original, se pueden citar el Nuevo Testamento de La Biblia de las Américas (1973), una traducción de la versión inglesa New American Standard, pero cuidadosamente cotejada con el original griego; otra traducción secundaria, pero también de gran fidelidad al original e incorporando los últimos trabajos en crítica textual, es el Nuevo Testamento: Nueva Versión Internacional (1979); en una línea asimismo equilibrada la Editorial Clíe de Terrassa. España patrocinó la Revisión 1977 de la Biblia de Reina-Valera. Para esta revisión se han tenido en cuenta los avances de la crítica textual, tanto del AT como del NT; también se ha buscado reflejar, de una manera más exacta que en las anteriores revisiones, la interrelación de las partes de la oración en el original griego, y ello de una manera que sea accesible al lector moderno. Con numerosas notas lingüísticas, la acentuación de nombres propios del AT siguiendo el original heb., y explicación de figuras de lenguaje, es el fruto de un trabajo de equipo de expertos en lingüística, exegetas, profesores y estilistas de España y de diversos países iberoamericanos, y constituyó una sistemática puesta al día del lenguaje de la Biblia con un gran apego al original, para su uso de los evangélicos de habla castella.
La ha seguido en esta línea la revisión de 1997, una de cuyas características más destacadas consiste en la sustitución del nombre divino Jehová por SEÑOR, junto con diversas revisiones de lenguaje y estilo. Por su parte, las Sociedades Bíblicas publicaron su revisión de 1995 de Reina-Valera, con notas, apartándose de la tradición protestante de la Biblia sin notas. Dichas notas reflejan la orientación teológica (como por otra parte no puede dejar de hacerlo) de las actuales Sociedades Bíblicas Unidas. Se trata de una decisión polémica y para muchos objetable.

(b) En Catalán
Son muchas las traducciones de la Biblia al catalán, en todo o en parte, que se conocen desde el siglo XII. En el siglo XIII se prohibió la difusión de Biblias en lengua vulgar por disposición del Concilio de Tarragona (1235). La primera traducción de la Biblia entera al catalán data de 1287/90, y fue llevada a cabo por Jaume de Montjuïch por encargo del rey Alfonso II de Aragón. En la Bibliothèque Nationale de París se conservan un «Psalteri y Nou Testament» que parecen pertenecer a esta versión. También del siglo XIII es la Biblia rimada, que comprende el libro de los Salmos y partes de los Evangelios, de Romeu Sa Bruguera. De 1319 hay constancia de otra traducción de toda la Biblia al catalán, pues el 23 de noviembre de este año el rey Jaime II de Aragón recibía un ejemplar que había sido propiedad del infante don Jaime. Hay eruditos que opinan que se puede identificar esta versión con el Códice Peiresc, conservado en la Bibliothèque Nationale de París.
A principios del siglo XV aparece la versión de toda la Biblia, en el dialecto valenciano, del hermano de San Vicente Ferrer, Bonifacio. En 1490 aparecía en Venecia el «Psalteri de Joan Róis de Corella», que fue reimpreso en facsímil en Sant Feliu de Guixols en 1929 por J. Barrera. En el siglo XVI se conoce la reedición de la Biblia de Bonifacio Ferrer. La prohibición de las versiones en lenguas vulgares, junto con la posterior decadencia de la lengua catalana, llevaron a la inexistencia de nuevas traducciones de la Biblia hasta 1832. En este año se publicaba en Londres «Lo Nou Testament de nostre Senyor Jesu-Christ», traducido de la Vulgata latina, pero cotejando con el texto original. Su traductor fue un exiliado liberal, J. M. Prat Colom, que aceptó el encargo hecho por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Este Nou Testament marcó el inicio del renacimiento de la lengua catalana (Renaixença). Se hicieron dos ediciones posteriores: Barcelona (1836) y Madrid (1888).
Durante la primera mitad del siglo XX se llevaron a cabo varias versiones parciales de las Escrituras; un intento ambicioso quedó truncado, el de una Biblia completa bilingüe, latín-catalán, Entre 1928-29 se publicó todo el NT, y entre 1932 y 1935 varios libros del AT, los Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Isaías y Jeremías, además de dos libros apócrifos. En 1927, la Fundació Bíblica Catalana iniciaba la publicación de la Biblia en 14 volúmenes, que culminaría en 1948; es la conocida con el nombre de Biblia de Cambó, así llamada en honor al patricio catalán F. Cambó, que hizo posible este proyecto con su mecenazgo y protección.
En 1968 la misma Fundació ofrecía una nueva versión catalana, de gran excelencia literaria. Por su parte, los monjes de Montserrat prepararon su monumental versión en varios volúmenes, que difundieron en 1970 en una edición de tamaño de bolsillo. En 1980, la Editorial Claret lanzaba su propia traducción del NT del original griego, con un catalán ágil y fácilmente comprensible. Por parte evangélica, la Fundació Bíblica Evangèlica publicó en 1970 «L'Evangeli segons sant Marc», que buscaba ser el inicio de un Nou Testament catalán evangélico. Sin embargo, se acabó en cooperación con biblistas católicos, produciendo un Nou Testament patrocinado conjuntamente por la Associació Bíblica de Catalunya, Fundació Bíblica Evangèlica de Catalunya, Publicacions de l'abadia de Montserrat y Societats Bíbliques Unides, publicado en el año 1979. Sin embargo, en esta cooperación «interconfesional» se tuvo que ceder en el aspecto mariológico, apareciendo en él, como en todas las versiones puramente católicas, la ya mencionada manipulación del texto de Mt. 1:25. Por lo demás, se trata de una traducción digna en un catalán popular, preciso y directo.

(c) En Vascuence
La primera versión vasca que se conoce es la del NT de Juan de Lizárraga, que se editó en La Rochela (1571), y del que se hicieron varias reediciones; una traducción parcial del AT (Génesis-Éxodo 22:6) es la debida a Pedro de Urte. Esta obra permaneció inédita desde 1700 hasta 1894, cuando fue publicada en Oxford por E. Thomas.
La primera Biblia completa en vascuence fue la de J. A. Uriarte, patrocinada por el príncipe Luis Luciano Bonaparte; se trata de una traducción de la Vulgata y de la castellana de Scío, y que apareció en Londres entre 1859/65. Después de ésta se hicieron varias versiones parciales a diversos dialectos vascos.
Actualmente existe la Biblia debida a Olabide, que en 1931 finalizó el NT en traducción directa del griego al vascuence; en 1958, F. Echevarría publicaba la Biblia de Olabide, cuyo AT había quedado prácticamente acabado en 1942.

(d) En Gallego
En esta lengua se pueden mencionar dos versiones del Nuevo Testamento: Novo Testamento, debido a Casado Nieto (Barcelona, 1974), y O Novo Testamento, traducido éste del griego, dirigido por Andrés Torres Quiroga (Vigo, 1980).

(e) En Bable
La lengua del Principado de Asturias, se puede citar el «Santu Evanxeliu de nuestro Señor Xesucristu», debido también al patronazgo del príncipe Luis Luciano Bonaparte, y publicado en Londres en 1871; la Sociedad de Bibliófilos Asturianos llevó a cabo una reimpresión limitada a 250 ejemplares (Luarca, 1972).

(f) En Caló o Romaní (Versiones gitanas)
Para finalizar el catálogo de lenguas españolas, se puede citar un raro Evangelio según San Lucas, «Embea e naraja Lucas», publicado en caló o romaní, el idioma de los gitanos españoles. Esta obra se debe a George Borrow (del que se cuenta que ganó una apuesta a un gitano, demostrando que sabía hablar el caló mejor que él). De este evangelio se hizo una tirada de 250 ejemplares en Madrid (1837). En 1872 se imprimió una edición revisada.

Sólo se puede hacer una relación muy somera de las versiones que se han hecho en las diversas lenguas del mundo. En la actualidad, los Traductores Bíblicos WycIiffe están dedicados, ya desde hace décadas, a traducir la Biblia a las lenguas de las tribus y grupúsculos lingüísticos de todo el mundo. Muchísimas tribus ya cuentan con el NT, un gran número con la Biblia entera, y se está trabajando en la traducción de los Evangelios o finalizando el NT en gran número de lenguas del mundo, desde la Polinesia hasta el África negra y las selvas del Amazonas. Sólo en el cielo se podrán llegar a conocer las ingentes penalidades y esfuerzos llevados a cabo por tantos dedicados misioneros y traductores que buscan llevar la Palabra de Dios a cada tribu y lengua y nación.

Bibliografía:
Sobre la Biblia en castellano:
M. a S. Joseph: «Bibliografía crítica sacra et profana», Madrid, 1740-1742;
J. Amador de los Ríos: «Estudios históricos, críticos y literarios sobre los judíos de España», Madrid, 1848;
George Borrow: «The Bible in Spain», Londres, 1843 (la traducción de este libro por Manuel Azaña lleva el título «La Biblia en España», Madrid, 1921);
J. Llamas: «Biblias medievales romanceadas: Biblia Medieval romanceada judío-cristiana, versión del Antiguo Testamento en el siglo XVI, sobre los textos hebreo y latino, edición y estudio introductorio», Madrid, 1950;
Francisco Vindel: «Manual de conocimientos técnicos y culturales para profesionales del libro», Madrid, 1948;
L. Juan García: «Los estudios bíblicos en el siglo de oro de la Universidad salmantina», Salamanca, 1921;
M. R. Pazos: «En torno a Arias Montano y su Biblia. Cartas inéditas». Archivo Iberoamericano n. 2, Madrid, 1942;
Marcel Bataillon: «Erasme et l'Espagne», París, 1937 (hay traducción castellana);
Juan Antonio Llorente: «Historia crítica de la Inquisición en España, desde su establecimiento por Fernando V hasta el reinado de Fernando VII», Paris, 1817-1818;
Federico Pérez Castro: «La Biblia Regia de Arias Montano, monumento de ecumenismo humanista en la España del siglo XVI», Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1973;
Justo L. González: «Luces bajo el Almud», Ed. Caribe, 1977;
Samuel Vila y Darío A. SantaMaría: «Enciclopedia ilustrada de Historia de la Iglesia», Ed. Clíe, 1979;
José Flores: «Historia de la Biblia en España», Ed. Clíe, 1978.
Nuevo Testamento (Traducción, introducciones y notas por José María González Ruiz), PPC, 1981;
Pablo E. Le More: «Nuestra Biblia Española», Ed. Sociedad Bíblica, Madrid, 1980;
Catálogo de la Exposición de Biblias antiguas y modernas (Fundación Reina-Valera, 1981);
artículo «Biblia» en Gran Enciclopedia Rialp, Madrid, 1974.

Otras lenguas:
Artículo «Biblia», en Gran Enciclopedia Catalana;
F. F. Bruce: «The Books and The Parchments» (Pickering and Inglis, Londres, 1975);
A. C. Brown: «Translations of the English Bible» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1970);
D. M. Beegle: «What does The Bible Say? - Translations speak in many tongues», en Biblical Archaeology Review, vol. VIII, n.º 6, nov./dic. 1982.

Sobre los principios de traducción:
Luis Alonso Schökel: «El hombre de hoy ante la Biblia», Barcelona, 1959;
James Barr: «Semantics of Biblical language», Oxford University Press, 1968;
Carlo Buzzetti: «Traduzione della Biblia e inspirazione della "settanta"», en Rivista Biblia, n. 20, Roma;
Tulio de Mauro: «Introduzione alla semantica», Bari, 1970;
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varios: «The International Critical Commentary», T. & T. Clark;
varios: «The Cambridge history of the Bible», Cambridge University Press;
W. W. Wonderly: «Bible translations for popular use», Ann Arbor, 1968;
Neville Cryer: «Bibles across the world. The history of the British and Foreign Bible Society now in its 175th year», Mowbrays, Londres;
Gonzalo Báez - Camargo: «Breve historia del canon bíblico», Ed. Luminar, México, 1980;
Hans Volz: «Martin Luthers Deutsche Bible Friedrich Wittig», Hamburg, 1978;
Max Zerwick: «Analysis philologica Novi Testamenti Graeci», Instituto Bíblico Pontificio, Roma, 1966;
Bruce M. Metzger, Carlos Martini y otros: «A textual Commentary on the Greek New Testament», Sociedades Bíblicas Unidas, Londres - Nueva York, 1975.

nom, VERSIONES DE LA BIBLIA
tip, LIBR HIST
vet,
A. VERSIONES ANTIGUAS
Versiones antiguas, destinadas a los cristianos, de toda la Biblia, o de porciones de ella:
1. Versiones siríacas (el siríaco era el arameo de Siria).
(A) El Diatessarón. Taciano (160-180) fue discípulo de Justino en Roma. Escribió una Armonía de los Cuatro Evangelios en siríaco, que circuló por las iglesias de Siria bajo el título gr. de Diatessarón, desde el tercer cuarto del siglo II hasta el siglo IV o V. Han llegado hasta nosotros las versiones árabes y latinas de esta obra. También existe una trad. armenia del comentario de San Efrén sobre esta Armonía de los Cuatro Evangelios. En 1933 se descubrió un fragmento gr. del Diatessarón, en las ruinas de una fortaleza romana en Dura-Europos, en la ribera occidental del Alto Éufrates. Taciano era oriundo de Mesopotamia.
(B) Evangelio en viejo siríaco. Hacia el final del siglo II, los Cuatro Evangelios circulaban también en Siria por separado; se han descubierto dos mss. de esta versión por W. Cureton en 1842, en un convento sirio al suroeste del Delta del Nilo, y por la Sra. A Smith Lewris, en 1892, en el Convento de Santa Catalina en el monte Sinaí.
(C) La Peschitto (término que significa versión siríaca «simple»). El AT fue traducido directamente del heb., probablemente en el siglo II o III d.C. Fue cotejado más tarde con el gr. Rabboula, obispo de Edesa (411-435), estableció el texto del NT: faltan 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis porque la iglesia siria no los admitía.
(D) Las versiones filoxeniana y heracliana del NT. Hacia el año 508, Filoxeno, obispo de Hierápolis (Siria oriental) tradujo el NT entero al siríaco. En el año 616, Tomás de Heracles revisó esta versión confrontándola con algunos mss. gr. de Alejandría. La versión heracliana es sumamente literal.
(E) La versión siro-palestina del AT y del NT data probablemente de fines del siglo V o de inicios del VI. La mayor parte de los mss. existentes han llegado en forma de leccionarios.
2. Versiones latinas.
(A) La Vetus Latina, llamada también norteafricana. Hacia el final del siglo II circulaba una versión latina de la Biblia por África del norte. Tertuliano, Cipriano y Agustín emplearon textos africanos. El AT no había sido traducido directamente del heb., sino de la LXX.
(B) Versión italiana, llamada Itala. Los latinos de Italia, estimando que la lengua de las versiones norteafricanas no tenía la suficiente pureza, revisaron los textos. La Itala es una recensión efectuada en el siglo IV en Italia.
(C) La Vulgata. Debido a la existencia de un cúmulo de diferentes recensiones de la Itala y de la Vetus Latina, surgió la necesidad de impulsar una uniformización del texto. Dámaso, obispo de Roma, encargó a Jerónimo (en lat. «Hieronymus»), el más grande exegeta cristiano de la época, que emprendiera la revisión del NT latino. En el año 384, Jerónimo había acabado la tarea de revisar los Evangelios, sirviéndose del texto gr. original. En el año 387, el exegeta fijó su residencia en un monasterio de Belén, y revisó el AT siguiendo el texto hebreo. Esta revisión de la Biblia entera, hecha en base a los originales hebreo y griego, fue concluida en el año 405. Durante la Edad Media fue la Biblia de toda la iglesia de Occidente. Hacia el año 802, Carlomagno ordenó a Alcuin que llevara a cabo una recensión del texto. Fue el primer libro en ser impreso, en 1455, poco después de la invención de la imprenta de caracteres móviles. Con posterioridad al año 1590, la Iglesia de Roma hizo preparar sucesivas revisiones de la Vulgata, que sigue siendo el texto oficial para el culto católico.

La Vulgata, debido a su antigüedad y al hecho de haber sido cotejada con el texto hebreo premasorético, así como con antiguos textos griegos, es de gran valor en la crítica textual tanto del AT como del NT. (Véase VULGATA.)

3. Versiones coptas de la Biblia. Aparecieron en diversos dialectos de los cristianos egipcios. Las más importantes son la bohaírica y la sahídica. Partes del NT fueron traducidas probablemente a fines del siglo II a ambos dialectos. La Biblia sahídica parece haber sido concluida en el siglo III, y la bohaídica en el VI.
4. Versión etiópica. Según la tradición, el cristianismo entró en Etiopía en la época de Constantino el Grande (324-337). La traducción se inició prob. en la segunda mitad del siglo IV. El NT fue impreso en la Políglota de Walton, y ha sido usado como evidencia para dilucidar algunas variantes. Sin embargo, el hecho de haber sido revisada en el siglo XIV, y más tarde frente a versiones árabes, le hace perder valor para la crítica.
5. Versión gótica. Hecha hacia el año 350 por el obispo de los Godos de Occidente, Ulfilas. Se conservan la mayor parte del NT y secciones del AT. El AT está basado en una recensión de Luciano. Entre otras copias, se conservan el Codex Argenteus, una copia de los Evangelios escrita en plata, con las palabras iniciales en oro (siglo V o comienzos del VI); Codex Ambrosiani, y Codex Carolinus, con una traducción al latín.
6. Versiones árabes. De poco valor para la crítica textual. En el año 724, Juan, obispo de Sevilla, preparó una versión de las Escrituras en árabe destinada a los árabes cristianos. A lo largo de los siglos siguientes esa obra fue revisada y completada.

Otras versiones, de mucho menos valor crítico, y en muchos casos traducciones a su vez de versiones (como de la LXX, la Siríaca, la Vulgata) son la armenia (siglo IV); la georgiana (siglo VI); la eslava (siglo IX), etc. (Véanse CANON, INSPIRACIÓN, MANUSCRITOS BÍBLICOS, PAPIROS, QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], RYLANDS [FRAGMENTO DE], VERSIONES DE LA BIBLIA.)

B. VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA. (Véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.)

C. TRADUCCIONES A LENGUAS MODERNAS
1. Versiones Alemanas.
Las versiones alemanas pueden distinguirse netamente entre preluteranas y postluteranas. En efecto, fue la traducción de la Biblia hecha por Lutero la que cristalizó y normalizó la lengua literaria culta, creando para esta empresa el neoalto alemán en base a la aglutinación de diversas corrientes dialectales septentrionales. Entre las versiones alemanas preluteranas pueden mencionarse la germánica del obispo Ulfilas (siglo IV). Pero fue en tiempos de Carlomagno (siglo IX) que hubo un florecimiento de traducciones de porciones de la Vulgata a varios dialectos alemanes, en especial los Evangelios y los Salmos. Posteriormente a éstas, y ya en el siglo XIV, comienzan a aparecer traducciones al alemán propiamente dicho. Estas traducciones, sin embargo, no llegan a manos del pueblo; además, son casi todas ellas parciales, con especial preferencia hacia los Salmos. Muchas de estas traducciones son excesivamente apegadas al latín. En el siglo XV, en cambio, proliferan las traducciones al alto alemán: Traducción de toda la Biblia por Johann Mentelin, Estrasburgo, publicada en 1466, y que vio trece reimpresiones, la última en 1518. Fue revisada en dos ocasiones, por G. Zainer (1475) y A. Koberger (1483). Merecen ser citadas tres traducciones preluteranas en bajo alemán, editadas respectivamente en Colonia (1478), Lübeck (1494) y Halberstadt (1522).

La Biblia de Lutero: fue la primera Biblia alemana en ser traducida directamente de las lenguas originales. Todas las anteriores lo habían sido de la Vulgata latina. Inició su obra en 1521 con el Nuevo Testamento, que fue impreso en 1522, ilustrado con grabados de Cranach el Viejo y Döring. El Antiguo Testamento fue traducido entre 1523 y 1534, año en que vio la luz la primera Biblia completa de Lutero, impresa en Wittenberg bajo el título «Biblia, das ist die gantze Heilige Schrift Deudsch». Esta Biblia vino a ser el corazón del protestantismo alemán, y la herramienta forjadora de la unidad lingüística alemana.
Otras traducciones alemanas: de la época de la Reforma que se deben mencionar son la Biblia de Zurich, adaptación en parte de la de Lutero por Zuinglio al bajo alemán, y con aportación de otros colaboradores, impresa en 1529, la Froschauer-Bibel (1531), la Bibel Teush (1545) y la de J. Piscator (1602-1604), que fue reimpresa hasta el año 1848 en Berna.
La traducción de Lutero, aunque de gran valor literario, y poderosamente utilizada por Dios en la expansión de la verdad del Evangelio, adolecía sin embargo de defectos que se fueron haciendo más evidentes con el paso del tiempo. Apoyándose en los trabajos de crítica textual del NT de Griesbach, Scholz, Lachmann y Tischendorf, John N. Darby dirigió la preparación de un Nuevo Testamento alemán; más tarde preparó el Antiguo Testamento. Esta versión recibe el nombre de Elberfelder Bibel (Biblia de Elberfeld), y fue la primera versión realmente fiable que existió en alemán. Desde su primera edición (1871) ha visto constantes reimpresiones, y está ampliamente difundida y aceptada. Otras Biblias posteriores fueron la de E. Kautsch (NT) y C. Weizsäcker (AT), publicada en 1899. Así como la Biblia de Darby se distingue por su fidelidad a los originales, siguiéndolos estrechamente, más recientemente se han llevado a cabo traducciones con un lenguaje más popular, como las de A. Schlater (1931); W. Michaelis (1934); F. Pfäflin (1939), y L. Thieme (1946).
Entre las traducciones de carácter estrictamente científico merecen destacarse la versión del Nuevo Testamento de J. A. Bengel (tres ediciones de 1753 a 1771); la de la Biblia entera por M. L. De Wette (cinco ediciones entre 1809/14 y 1886); la de E. Kautsch, sólo del AT (1900,1922, etc.).
En el campo católico-romano aparecieron varias traducciones, debiéndose destacar la de K. Uhlenberg (1630), que fue reeditada cincuenta veces. Otras son la de H. Braun (1788/ 97), que fue continuada por J. M. Feder y que logró gran difusión entre los católicos alemanes después de su revisión por J. F. Allioli (1838); desde entonces fue reimpresa una y otra vez, y revisada en 1949 por K. Thieme; estas traducciones se hicieron de la Vulgata latina.
Durante este siglo se ha visto una gran proliferación de traducciones católicas de la Biblia al alemán en base a los textos originales. Entre las más usadas se pueden mencionar la Biblia de Bonn (1923) y la Biblia de Herder (1935). Hay varias traducciones más, algunas sólo del NT, y otras fragmentarias.

2. Versiones Francesas de la Biblia.
Las primeras versiones conocidas al francés son una traducción de los Salmos de principios del siglo XII, y de algunos libros del AT y del NT llevadas a cabo por los Pobres de Lyon, estos últimos al provenzal. En la Biblioteca Nacional de París se hallan sesenta traducciones de la Biblia o de porciones de ella, en prosa o en verso, y que datan de los siglos XIII y XIV.
La primera traducción protestante francesa fue la de Robert Olivétan, primo de Juan Calvino. Fue llevada a cabo bajo el patrocinio de los valdenses de los Alpes, que Farel había conocido en el Sínodo de Chanforans en el año 1532. Fue finalizada e impresa en Neuchâtel en 1535. Olivétan se sirvió de los trabajos de sus predecesores, en especial del de Lefèvre d'Etaples, pero basó su texto en los originales hebreo y griego, no en la Vulgata. Su traducción fue posteriormente revisada en el año 1560 por el mismo Calvino, y por Teodoro de Beza en 1588. Debido a las necesidades de modernizar el lenguaje, se llevaron a cabo dos revisiones posteriores, la de Martin, en Holanda (1696/ 1707). Esta última tuvo un gran éxito, posiblemente a causa de las introducciones y notas de que iba acompañada, y que ayudaban a la comprensión del texto.
En el siglo XIX se hizo sentir, empero, la necesidad de una traducción totalmente nueva, tanto por la mutación lingüística como por los constantes descubrimientos de mss. antiguos y los trabajos de crítica textual, especialmente los de Griesbach, Seholz, Lachmann y Tischendorf, en particular por lo que respecta al texto del NT. Así surgieron:
(a) La Biblia de Lausana (NT, 1839; AT, 1872), obra colectiva de varios teólogos, y con la norma de traducir, siempre que fuera posible, el mismo término hebreo o griego por el mismo término francés.
(b) La Biblia de Segond (1873) fue una obra de siete años de trabajo. El AT está mejor traducido que el NT. Esta versión fue revisada discretamente en 1910, y el NT sufrió una revisión más importante en 1960. Es la versión más difundida en el protestantismo francés.
(c) La Biblia de J. N. Darby (1875). En esta versión el francés sufre debido a lo literal de la traducción; es de una gran fidelidad a los originales y por ello de gran utilidad a los que deseen penetrar en el sentido del texto.
(d) La Versión Sinodal (NT, 1903; AT, 1910), obra colectiva de diversos teólogos franceses por petición de los Sínodos Reformados. Los traductores tenían como objetivo redactar el texto en un lenguaje correcto y fácilmente comprensible. Las variantes de los mss. y las diversas posibilidades de traducción se dan al margen.
(e) La Biblia del Centenario (acabada en 1949), publicada por la Sociedad Bíblica de Francia, bajo la dirección de los profesores H. Monnier, A. Lods y M. Goguel. Se trata de una obra erudita, y con abundantes notas que ponen de manifiesto las tendencias teológicas «liberales» de los traductores, que además han corregido en ocasiones el texto heb. del AT en base a la LXX, o incluso en base a meras conjeturas.
Otras versiones que se pueden mencionar son:
El AT de Perret-Genti (1866);
el NT de Rilliet (1858), basado sobre el Codex Vaticanus;
el NT de Oltramare (1872), de un estilo excelente, pero que sufre las influencias de las ideas «liberales» del traductor;
el NT de Stapfer (1889), que se aparta del literalismo que caracteriza a la mayor parte de las versiones, y que por encima de todo busca dar el sentido del texto con fidelidad.
Se debe añadir que muchos comentaristas publicaron, junto con sus comentarios, una traducción. Así sucede con Calvino, Reuss, la Bible Annotée, con Bonnet, para no hablar de innumerables comentarios acerca de libros aislados de la Biblia.
Por lo que respecta al campo católico-romano, hay una gran cantidad de traducciones, aunque menos extendidas que las protestantes. Sólo se mencionan las principales:
(a) La Biblia de Lefèvre d'Etaples (NT, 1523/24; AT, 1528), hecha sobre la Vulgata, pero con correcciones en base a las lenguas originales. Tuvo un papel muy importante en la preparación de la Reforma francesa.
(b) La Biblia de Lemaître de Sacy (NT, 1667; AT, 1696), es destacable por su calidad literaria, y expresiva del interés jansenista en las Escrituras.
(c) La Biblia de Crampon (1894/1904), que fue la primera versión católica francesa traducida directamente del hebreo y del griego; ha sido revisada varias veces.
(d) La Biblia del Cardenal Liénard (1950), que traduce el texto con una gran literalidad.
(e) La Biblia de los Maredsous (1952), que tiene un vigoroso lenguaje, pero que se toma libertades con el texto.
(f) La Biblia de Jerusalén (1956), aparecida al principio en fascículos, y que es un gran esfuerzo mancomunado de traducción; sin embargo, las notas son de inspiración sumamente modernista.
Las traducciones judías francesas, que evidentemente sólo vierten el AT; existen dos: La Biblia del Rabinato francés, bajo la dirección de Zadok Kahn (1899), cuyas notas siguen la exégesis rabínica tradicional. La traducción es por lo general a la vez muy fiel y literaria, pero los pasajes mesiánicos son en ocasiones mal traducidos, o acompañados de notas tendenciosas. La otra, menos conocida, es la de S. Cahen (1831-39), que da el texto hebreo y notas.
La versión más reciente ha sido publicada por «Bibliothèque de la Pléiade», con la colaboración de los profesores Dhorme y Michaeli, en la que se ha intentado prescindir de prejuicios confesionales; en 1985 se trabajaba en la preparación de una versión interconfesional.

3. Versiones Italianas de la Biblia.
Se conocen traducciones italianas desde el siglo XIII (por lo general en el dialecto toscano). Del siglo XV se puede citar la de Malermi, impresa en Venecia (1471), para cuya traducción se dispuso de más antiguas traducciones italianas de la Vulgata; también impresa en Venecia fue la traducción de Adam von Ammergau.
En el siglo XVI apareció la traducción de A. Bruccioli (NT, 1530; AT, 1532); fue prohibida e incluida en el índice de libros prohibidos desde el año 1559, pero fue reeditada tanto en Italia como en Ginebra (1562). También en el exilio produjo J. Diodati su Biblia, en Ginebra. Él era ya ginebrino, pero hijo de padres italianos. Su Biblia, de un depurado estilo literario, apareció en 1607, y una revisión en 1641, y sigue siendo la Biblia de los evangélicos italianos. Los valdenses usan la versión de Diodati revisada, llamada Versione Riveduta; la revisión fue llevada a cabo por G. Luzzi, finalizándola en 1924.
En el ámbito católico-romano se puede citar la Biblia de A. Martini, (patrocinada por Benedicto XIV y aparecida entre 1769-1776), traducida de la Vulgata, y que sigue usándose aún. Una versión reciente de la Vulgata es la dirigida por G. Riccioti. A. Vaccari y S. Garofalo han preparado sendas traducciones en base a los originales heb. y gr.

4. Versiones Inglesas de la Biblia.
La actividad de traducción bíblica en inglés ha sido fertilísima. No en vano ha sido Inglaterra el foco de difusión de la Biblia durante largo tiempo, mediante la obra de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.
Las primeras traducciones que se conocen a la lengua anglosajona datan del siglo IX, con traducciones parciales de los Salmos y de los Evangelios, todas ellas basadas en la Vulgata. El primer traductor de la Biblia entera al inglés fue, sin embargo, John Wycliffe, que tuvo la ayuda de Nikolaus de Hereford para la traducción del AT. El NT apareció en 1380, y el AT en 1382. Se conservan alrededor de 170 copias manuscritas, y no fue impresa hasta 1731. John Wycliffe recibió el nombre de «Estrella Matutina de la Reforma» debido a la influencia que se hizo sentir, incluso en el continente, con su traducción.
William Tyndale tradujo el Nuevo Testamento del griego, y parte del Antiguo del hebreo. Su Nuevo Testamento inglés fue el primero en ser impreso (Colonia, 1525). Se produjeron 15.000 ejemplares, impresos por Peter Quentel, pero de los que se conservan pocos debido al extremado celo de las autoridades de Roma en la persecución de esta versión y de su autor. Tyndale murió quemado vivo como hereje en 1536, a la edad de 59 años, en Vilvorde, Bélgica.
Miles Coverdale recibió encargo del rey de Inglaterra de traducir toda la Biblia. Su versión apareció en 1535, y fue la primera Biblia inglesa impresa. En realidad, Coverdale tomó el NT de Tyndale, basándose para el AT en la de Zuinglio y de Leo Jud . En 1537 apareció la Biblia de Thomas Matthew, que murió en la hoguera en 1553 bajo el reinado de María Tudor. En esta edición el Pentateuco y el NT eran de Tyndale; de Esdras a Malaquías eran de Coverdale; de Josué a 2 Crónicas se desconoce su origen. La llamada Gran Biblia, por su formato, fue preparada también por M. Coverdale como revisión de la de Thomas Matthew (1540); la Biblia de Ginebra, aparecida en 1560, vio numerosas reimpresiones hasta 1664; la Biblia de los Obispos apareció en 1568, patrocinada por el arzobispo Barker, y fue traducida por ocho o doce obispos. No tuvo mucho éxito, pero fue autorizada oficialmente.
Sin embargo, esta Biblia de los Obispos fue la base para la famosa King James Bible (Biblia del Rey Jaime) de 1611. En dicha revisión participaron 47 eruditos, pertenecientes a la Iglesia de Inglaterra y al partido de los Puritanos. Ha sido la Biblia por antonomasia del mundo de habla inglesa; fue revisada en 1613, 1629, 1638, 1683 y 1769, y sigue siendo impresa en grandes cantidades y siendo la favorita del mundo anglosajón. Sobre la base de su texto se han preparado valiosísimas concordancias, como la de Strong, la de Cruden, la Analítica de Young, las dos concordancias de Wigram, Englishman's Hebrew and Chaldee Concordance y Englirhman's Greek Concordance; tanto por el estilo literario como por el papel que ha tenido en la historia espiritual del mundo anglosajón, descuella como un monumento incomparable.
La Revised Version (Versión Revisada) de la Biblia del Rey Jaime apareció entre 1881 (NT) y 1885 (AT). El NT fue revisado en base al trabajo de crítica textual de Westcott y Hort. La revisión fue preparada por un comité de 54 eruditos que pasaron un total de 14,5 años en su preparación. Otras revisiones posteriores son la Standard Version, publicada en Norteamérica en 1901, y la Revised Standard Version, entre 1946 (NT) y 1952 (AT).
Hay varias traducciones nuevas dignas de nota. La del Nuevo Testamento de J. N. Darby (1871), cuya Biblia completa fue publicada en 1890; el AT es debido en gran parte al mismo J. N. Darby, pero completado por W. Kelly. Recibe el nombre de New Translation; esta Biblia sigue siendo reimpresa regularmente; se apoya en los trabajos textuales de Tischendorf, Lachman, Tregelles, Griesbach y otros, pero ponderándolos en base a la línea de Scrivener (véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA,. Texto del NT).
Contemporáneamente han aparecido nuevas traducciones, siendo las principales la New American Standard Translation (1960/1971), la New International Version (1973), la New English Bible (1974), y Good News for Modern Man (NT, 1966; AT, 1979), en la que se ha buscado simplificar mucho el lenguaje.
En el campo católico-romano, se pueden mencionar el NT de Rheims (1582) y la Biblia de Douai, toda la Biblia, traducida de la Vulgata (1609), y que revisada por Challoner sigue gozando de gran favor dentro del catolicismo de habla inglesa; la versión de R. A. Knox de la Vulgata (NT, 1944; AT, 1949); la versión sobre el texto original de F. A. Spencer, NT, 1937; también la llamada Westminster Version, NT, 1947, publicada en Norteamérica.
En el seno del judaísmo americano merece mención la versión del AT al inglés de la Jewish Publication Society (Filadelfia, 1917); en 1982 se finalizó una nueva traducción, efectuada por un comité.
En el campo de las traducciones interconfesionales, se debe destacar el ambicioso proyecto de la editorial Doubleday, de New York, con la publicación de la Anchor Bible, de la que se han publicado hasta la fecha treinta y seis volúmenes, en los que han participado cuarenta y cuatro eruditos, en tanto que otros veintidós están trabajando en los veintisiete volúmenes de futura aparición. Los traductores son protestantes, católicos y judíos, y sus directores son William F. Albright (hasta su muerte en 1971) y David N. Freedman. En ella aparecen abundantes notas filológicas y textuales.

5. Versiones Portuguesas de la Biblia.
En lengua portuguesa han aparecido a lo largo de los siglos varias traducciones parciales de las Escrituras. Se pueden mencionar, entre otras, tres versiones completas de la Biblia: la de J. Ferreira de Almeida (NT, 1681; AT, traducido por sus continuadores, 1748/53); es la acreditada y difundida por las Sociedades Bíblicas Unidas; las dos versiones católicas, de A. Pereira de Figueiredo, publicada en 23 volúmenes (1778-99), traducida de la Vulgata, y cuya revisión de 1819 es todavía usada; y la de Matos Soares (NT, 1930; AT, 1934), que es la más usada en la actualidad en el seno del catolicismo portugués.

6. Versiones Castellanas de la Biblia. (Vease Versiones Españolas)

Bibliografía:
Otras lenguas:
Artículo «Biblia», en Gran Enciclopedia Catalana;
F. F. Bruce: «The Books and The Parchments» (Pickering and Inglis, Londres, 1975);
A. C. Brown: «Translations of the English Bible» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1970);
D. M. Beegle: «What does The Bible Say? - Translations speak in many tongues», en Biblical Archaeology Review, vol. VIII, n.º 6, nov./dic. 1982.

Sobre los principios de traducción:
Luis Alonso Schökel: «El hombre de hoy ante la Biblia», Barcelona, 1959;
James Barr: «Semantics of Biblical language», Oxford University Press, 1968;
Carlo Buzzetti: «Traduzione della Biblia e inspirazione della "settanta"», en Rivista Biblia, n. 20, Roma;
Tulio de Mauro: «Introduzione alla semantica», Bari, 1970;
E. Nida: «Toward a Science of translating», Londres, 1964;
varios: «The International Critical Commentary», T. & T. Clark;
varios: «The Cambridge history of the Bible», Cambridge University Press;
W. W. Wonderly: «Bible translations for popular use», Ann Arbor, 1968;
Neville Cryer: «Bibles across the world. The history of the British and Foreign Bible Society now in its 175th year», Mowbrays, Londres;
Gonzalo Báez - Camargo: «Breve historia del canon bíblico», Ed. Luminar, México, 1980;
Hans Volz: «Martin Luthers Deutsche Bible Friedrich Wittig», Hamburg, 1978;
Max Zerwick: «Analysis philologica Novi Testamenti Graeci», Instituto Bíblico Pontificio, Roma, 1966;
Bruce M. Metzger, Carlos Martini y otros: «A textual Commentary on the Greek New Testament», Sociedades Bíblicas Unidas, Londres - Nueva York, 1975.

nom, VESTIDOS
tip, LEYE COST TEJI
ver, CINTURÓN, SANDALIAS, CILICIO, DESNUDEZ, DUELO, EFOD, SACERDOTE, SUMO SACERDOTE, TURBANTE, VERGÜENZA
sit,
vet,
Son varios los términos utilizados en el AT y en el NT para designar prendas de vestir sin definir cuáles son las prendas designadas. En el Oriente se necesitaba poca vestimenta, y no parece haber variado mucho desde entonces.
(a) La prenda interior es el «kethoneth», una túnica larga que llevaban hombres y mujeres. Se hacía con lana, algodón o lino. Reciben este nombre las túnicas que Dios hizo para Adán y Eva de pieles de animales (Gn. 3:21), y la túnica de muchos colores que Jacob hizo para José (Gn. 37:3, 23-33). También formaba parte de las vestiduras del sacerdote. En ocasiones se llevaba otra prenda encima de ésta. La esposa dice que se había desnudado de su «ropa» para la noche, refiriéndose probablemente a la prenda exterior, aunque en heb. se usa la misma palabra para ambas (Cnt. 5:3). El heb. «kethoneth» se corresponde con el gr. «chitõn» en el NT, que se traduce principalmente como «túnica». Los discípulos no debían ponerse dos cuando el Señor los enviara (Mt. 10:10). Era esta vestidura del Señor que estaba tejida de una sola pieza (Jn. 19:23); este mismo término se usa de las prendas hechas por Dorcas (Hch. 9:39).
(b) La otra prenda principal recibía el nombre de «simlah», un manto exterior ancho, llevado por hombres y mujeres, y con el que se cubrían por la noche. Podía ser de cualquier material, según la estación del año y según la posición social del individuo. Las clases populares del Medio Oriente de principios de siglo llevaban con frecuencia un manto exterior de cabello de camello o de cabra. Si este manto se tomaba como prenda de algún préstamo, se debía devolver al anochecer, porque si no: «¿En qué dormirá?» (Éx. 22:26, 27; cfr. Dt. 24:13). El «simlah» era la prenda que se rasgaba como señal de duelo (Gn. 37:34; 44:13; Jos. 7:6). Se corresponde en el NT con el término gr. «himation». Se traduce «capa» en Mt. 5:40; Lc. 6:29, y se usa del manto de grana con el que los soldados se burlaron del Señor (Jn. 19:2, 5). En el «manto» cuyo borde tocó la mujer enferma (Mt. 14: 36), y los «mantos» cuyos flecos extendían los fariseos y escribas (Mt. 23:5). También se usa de vestidos en general, como en Mt. 27:35; Jn. 19:23, 24; se traduce frecuentemente como «vestidos», «ropas» y «vestiduras».
(c) Otro importante artículo de vestir y que con frecuencia estaba ricamente adornado era el cinto.
Estos tres artículos, junto con las sandalias (véanse CINTURÓN, SANDALIAS) y un pañuelo u otra cubierta para la cabeza, constituían la vestimenta acostumbrada en Oriente.
Además de las anteriores prendas, se mencionan «ropas de gala» para las mujeres (Is. 3:22). También:
(d) El manto del efod, heb. «meil», descrito como «una túnica grande que se llevaba sobre la túnica común, pero sin mangas». Lo llevaban los sacerdotes (Éx. 28:31; 1 S. 28:14; Esd. 9:3, 5), reyes y príncipes (1 S. 18:4; 24:4, 11), personas de elevado rango (Jb. 1:20; 2:12) y mujeres (2 S. 13:18).
(e) El manto o velo, una amplia prenda para la parte superior del cuerpo, una especie de chal, que cubría la cabeza y parte del cuerpo. Rut pudo llevar en uno de ellos seis medidas de cebada (Rt. 3:15; Is. 3:22). Hay otros términos heb. que denotan la misma prenda.
(f) Cinturón, heb. «pethigil», una faja ancha y adornada con bordados, para ocasiones festivas; este término sólo aparece en Is. 3:24. (Véanse CILICIO, DESNUDEZ, DUELO, EFOD, SACERDOTE, SUMO SACERDOTE, TURBANTE, VERGÜENZA.)

nom, VÍA. Véase CAMINO.

nom, VÍBORA
tip, REPT FAUN TIPO
ver, SERPIENTE
vet,
Traducción de dos términos heb. y uno gr., designando posiblemente dos clases de serpientes venenosas (heb. «sh'phiphon», «eph'eh»; gr. «echidna»).
(a) «Sh'phiphon» (rastrera). Es probable que se trate de la víbora cerasta, la serpiente de cuernos de las arenas de Arabia y de Egipto. Era considerada un animal sagrado en Tebas (cfr. Herodoto 2:74). Es una víbora peligrosa, con una longitud entre los 0,90 y 1,80 m., de color gris. Tiene un cuerno por encima de cada ojo; se esconde debajo de la arena. Es posible que sea ésta la serpiente a que se refería Jacob, que, al morder los talones del caballo, hace caer atrás al jinete (Gn. 49:17).
(b) «Eph'eh» (silbante), serpiente venenosa moradora de las tierras del mediodía (Neguev) (Jb. 20:16; Is. 30:6). No se sabe con certeza a qué especie de serpiente se refiere el texto.
En Is. 11:8 aparece en la Reina-Valera, y se traduce el término «pethen» como víbora (véase SERPIENTE).
(c) Gr. «echidna», reptil venenoso que se hallaba en la isla de Malta (Hch. 28:3). Esta serpiente, bien conocida por los judíos (Mt. 3:7), era indudablemente la víbora común («Vipera communis» o «Pelias berus»), muy extendida por la costa mediterránea.
El término «víbora» se usa en el NT para denotar a personas malvadas. Juan el Bautista llamó a la muchedumbre de fariseos y saduceos que acudía a su bautismo «generación de víboras» (Mt. 3:7), y el Señor Jesús aplicó el mismo epíteto a los escribas y fariseos, denotando con ello el carácter mortífero de su oposición (Mt. 12:34; 23:33).

nom, VÍCTIMA. Véase SACRIFICIO.

nom, VÍCTIMAS HUMANAS. Véanse MOLOC, QUEMÓS, TOFET.

nom, VID
tip, FLOR ALIM TIPO
ver, VINO, SIERVO DE JEHOVÁ
vet,
Este término designa generalmente la verdadera vid («Vitis vinifera»), originaria de Asia occidental (del sur del mar Caspio) (cfr. Gn. 9:20, 21). Los egipcios la cultivaban (Gn. 40:9-11; Sal. 78:47). Existen esculturas del Imperio Antiguo en las que se representan vides, uvas y prensas, así como la elaboración del vino. La tierra y el clima de Palestina son adecuadas para su cultivo, que fue practicado desde el principio en Canaán (Gn. 14:18). La vid crecía en las llanuras de Filistea, Jezreel, Genesaret (1 R. 21:1; Guerras 3:10, 8) y prosperaba en las regiones accidentadas cercanas a Hebrón, Silo, Siquem (Nm. 13:23; Jue. 9:27; 21:20; Jer. 31:5), En-gadi (Cnt. 1:14), Hesbón, Eleale, Sibma al este del Jordán (Is. 16:8-10; Jer. 48:32) y en el Líbano (Os. 14.7). Hay una enorme diferencia entre las plantas buenas y las silvestres (Is. 5:2; Jer. 2:21).
Las viñas se hallaban, frecuentemente, bien en las cumbres o bien en las laderas de las colinas, en ocasiones descendiendo en terrazas artificiales (Is. 5:1; Jl. 3:18). Estaba protegida con un vallado o un muro (Nm. 22:24; Sal. 80:8-12; Pr. 24:30, 31; Cnt. 2:15; Is. 5:5). Se despedregaba el terreno, se erigía una cabaña o una torre para el guardián, y se tallaba un lagar en la roca (Is. 1:8; 5:1-7; Mt. 21:33-41). Estos antiguos lagares siguen existiendo en gran cantidad en Palestina. De todas las plantas cultivadas, es la vid la que requiere más cuidados (Mt. 20:1-16; Lv. 25:3; Pr. 24:30, 31; Is. 5:6; Jn. 15.2). Se dejaba que la vid se extendiera por el suelo, sólo elevando los sarmientos que llevan fruto (Is. 16:8; Ez. 17:6). En ocasiones se hacia trepar la vid por árboles o bien sobre y entre enrejados (1 R. 4:25; Mi. 4:4).
Se cultivaba en particular la uva negra (Is. 63:2; Ap. 14:19-20). En lugares privilegiados, la maduración terminaba antes del mes de agosto. Se consumía la uva fresca o pasa (Nm. 6:3; Dt. 23:24); elemento muy apreciado de la alimentación, se conservaba también en forma de tortas (1 S. 25:18; 1 Cr. 16:3). Su jugo se bebía fresco o fermentado (véase VINO). Las vendimias comenzaban a mediados de septiembre y proseguían hasta octubre, en medio de un ambiente festivo. Las uvas eran pisadas en el lagar para obtener el mosto (Jue. 9:27; Is. 16:10; Jer, 25:30; 48:33).
Israel es asemejada a una vid (Sal. 80:8-13). En Is. 5 es asemejada a una viña. Dios la dispuso en una fértil ladera, plantándola con las más escogidas vides, y haciendo todo lo posible para su protección y rendimiento. Pero cuando se buscó fruto de ella, resultó que sólo daba uvas silvestres. Finalmente, Dios quitó su vallado, abandonándola a los elementos y a ser hollada por todos; una imagen profética de Israel en su estado de apostasía.
El Señor Jesús, así como vino a ser el verdadero Siervo de Jehová allí donde Israel había fracasado (véase SIERVO DE JEHOVÁ), vino también a ser la vid verdadera; Sus discípulos vienen a ser los pámpanos. No puede haber ningún verdadero fruto en sus vidas excepto en tanto que permanezcan en Él (Jn. 15:1-5).

nom, VID DE SODOMA
tip, FLOR ALIM TIPO
ver, VINO, SIERVO DE JEHOVÁ
vet,
Sólo se halla mencionada en la Biblia en Dt. 32:32, pasaje muy probablemente simbólico. Josefo habla de una planta que crecía cerca de Sodoma y cuyo fruto, a pesar de su hermosa apariencia, se transformaba en cenizas cuando se tocaba (Guerras 4:8, 4; cfr. Tácito, Historia Natural 5, 6). Pero este extraño fruto no se corresponde con la descripción de Dt. 32:32. Se ha intentado la identificación de esta planta de Sodoma con:
(A) una asclepia («Calotropis gigantea», o «procera»), que los árabes llaman «'ushar»; crece cerca de En-gadi y en otras regiones tropicales de la cuenca del mar Muerto; sin embargo, se trata de un arbusto muy derecho, que no se parece en nada a la vid.
(B) El coloquinto («Citrullus colocynthus»), planta rastrera, cuyo fruto agradable a la vista, pero amargo, sólo encuentra empleo como purgante fuerte. Sin embargo, lo más plausible parece ser considerar como una imagen poética tanto esta «uva ponzoñosa de Sodoma», al igual que el «vino» de Dt. 32:33, que es comparado al veneno de las serpientes y a la cruel ponzoña de los áspides. Estas comparaciones se hallan muy dentro de la línea de la poesía hebrea (cfr. Is. 1:9-10; Jer. 2:21; 23:14).

nom, VIDA
tip, LEYE
ver, MUERTE, SEOL
vet,
Vida es aquello por lo cual un ser creado disfruta del lugar en el que el Creador lo ha puesto. Dios sopló en la nariz del hombre aliento de vida, «y fue el hombre un ser viviente» (Gn. 2:7). Al entrar el pecado, el hombre pierde el derecho a esta vida, y Dios la reclama, diciendo: «Ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre» (Gn. 9:5) En ello se instituye la pena capital por el asesinato, nunca abrogada o alterada.
En las Escrituras se reconoce la diferencia entre la «vida» en un sentido moral y la «existencia». Ello se ve en este pasaje: «¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?» (Sal. 34:12). Aquí se ve al hombre deseando vida, deseando gozarla. Ello responde a la objeción de los que intentan negar el castigo eterno, afirmando que «vivir para siempre» sólo se afirma de los creyentes, como en Jn. 6:51, 58. Esto es cierto, pero muchos otros pasajes de las Escrituras demuestran que los malvados tendrán existencia eterna. (Véase CATIGO ETERNO, y su Bibliografía).
El hombre, en su estado natural, es considerado moralmente muerto en pecados, y necesitando ser vivificado por el poder de Dios; o como viviendo en pecados, y necesitando aceptar la muerte a fin de poder vivir en Cristo (cfr. Ef. 2:1; Ro. 6:2, 11).

Bibliografía:
Pollock, A. J.:«El Hades y el castigo eterno» (Ed. Buenas Nuevas, s/f).
nom, VIDA ETERNA
tip, DOCT
ver, MUERTE, SEOL
vet,
En las Escrituras se presenta comúnmente en contraste con la muerte. La vida eterna ha sido revelada en el Señor Jesucristo. «Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna» (1 Jn. 5:20). «Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Jn. 5:11, 12). Por ello, el que tiene al Hijo de Dios tiene la vida ahora, y lo sabe por el Espíritu Santo, el Espíritu de vida. El apóstol Juan habla de la vida como un estado subjetivo de los creyentes, aunque inseparable del conocimiento de Dios plenamente revelado como el Padre en el Hijo, y verdaderamente caracterizada por esto mismo. El Señor le dijo al Padre en oración: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Jn. 17:3). El apóstol Pablo presenta la vida eterna más en su aspecto de esperanza puesta delante del cristiano, que sin embargo tiene un efecto moral en el aquí y ahora (Tit. 1:2; 3:7). De ello se puede ver que para el cristiano la vida eterna se relaciona en su plenitud con la gloria de Dios, cuando el cuerpo presente que forma parte de la vieja creación será transformado, y habrá una total conformación a semejanza del de Cristo, en cumplimiento de los propósitos de Dios. En este tiempo de espera, el propósito de Dios es que el cristiano, en quien mora el Espíritu Santo, sepa (tenga el conocimiento consciente) de que tiene la vida eterna (1 Jn. 5:13), una vida totalmente distinta de la vida en la carne, relacionada con el Señor resucitado y exaltado (Col. 3:1; cfr. Ef. 1:19, 20; 1 P. 1:3).

nom, VIDA DE ULTRATUMBA. Véanse MUERTE, SEOL.

nom, VIDENTE. Véase PROFETA.

nom, VIDRIO
tip, PIED
vet,
Heb. «z'kûkîth» (Jb. 28:17; en la Reina-Valera se traduce «diamante»; otras versiones traducen «cristal») y del gr. «hyalos» y de su adjetivo (Ap. 4:6; 15:2; 21:18, 21).
Probablemente se trate de vidrio auténtico; era ya conocido por los griegos en la época de Herodoto, y por los antiguos egipcios.

nom, VIENTO
tip, ELEM
vet,
Los hebreos hablaban, sin gran precisión, de vientos que soplaban de los cuatro puntos cardinales (Jer. 49:36; Ez. 37:9; Ap. 7:1). Dios es el creador de los vientos, y los tiene a Su disposición (Jb. 28:24; Sal. 78:26; 107:25; 135:7; 148:8; Mt. 8:26).
En Israel, los vientos proceden del oeste, del suroeste y del noroeste, trayendo consigo lluvias y tempestades (1 R. 18:43-45; Sal. 147:18; Pr. 25:23; Ez. 13:13). Los vientos constituían un frecuente peligro para las casas y las naves (Jb. 1:19; Sal. 48:7; Mt. 7:27). Ardientes vientos secaban los cursos de agua y agostaban las plantas (Gn. 41:6; Is. 11:15; Ez. 19:12; Jon. 4:8). (Véase VIENTO SOLANO más abajo.) Los vientos del sur y del sureste, que provenían del desierto de Arabia, provocaban sequía y calor (Jb. 37:17; Lc. 12:55). El viento del norte, más fresco (Eclo. 43:20), era beneficioso para la vegetación (Cnt. 4:16). El aventador usaba la fuerza del viento, que se llevaba el tamo y la paja (Jb. 21:18; Sal. 1:4). Los navegantes se servían también de los vientos (Hch. 27:40). Los antiguos ya se habían dado cuenta de la regularidad con la que los vientos soplan, siguiendo los mismos circuitos (Ec. 1:6).

nom, VIENTO SOLANO
tip, ELEM
vet,
Viento que por lo general sopla del este. En Egipto dañaba las espigas (Gn. 41:23, 27); en Palestina agostaba los viñedos y las plantas en general (Ez. 17:7-10; 19:10-12). En estos países, el viento del este es ardiente, sofocante, perjudicial para las plantas, quemando sus hojas y secándolas, porque proviene de Arabia o del desierto siroárabe (Os. 13:15).

nom, VIGILIAS DE LA NOCHE. Véase TIEMPO, b.

nom, VINAGRE
tip, ALIM COST
vet,
Bebida fermentada que se agría por la producción, espontánea o provocada, de ácido acético (Nm. 6:3). El vinagre irrita los dientes (Pr. 10:26). No puede ser bebido puro (Sal. 69:21). En Oriente se mezcla con un poco de aceite para apagar la sed cuando falta el agua (Rt. 2:14).
Cantar canciones alegres a una persona afligida es tan absurdo como echar vinagre sobre el jabón, que era de una naturaleza que el vinagre lo neutralizaba (Pr. 25:20).
Las tropas romanas bebían un vino ligero y agrio al que llamaban «acetum», vinagre. Es probablemente una bebida de este género la que el soldado romano ofreció a Jesús crucificado, para apagar su ardiente sed (Mr. 15:36; Jn. 19:29, 30). Jesús aceptó tomar un sorbo de esta bebida. Antes se le había ofrecido una bebida estupefaciente, un vino mezclado con mirra, que había rehusado (Mt. 27:34; Mr. 15:23).

nom, VINO
tip, ALIM LEYE TIPO COST MDIC
ver, VINAGRE, MIEL, PASCUA
vet,
Las uvas, recogidas en canastillos, eran echadas en el lagar, una cuba profunda de piedra, bien puesta sobre el suelo, bien tallada en la misma roca (Is. 5:2). Unos orificios practicados en el fondo de esta cuba permitían que el líquido cayese a una cuba inferior, que solía también estar tallada en la roca (Jer. 6:9; Is. 5:2). Un hombre, o dos si el lagar era grande, pisaban las uvas (Neh. 13:15; Jb. 24:11). En Egipto, como probablemente en Palestina, los pisadores, para no caer, se agarraban a cuerdas que pendían por encima de ellos. Con sus canciones marcaban el ritmo de su trabajo (Is. 16:10; Jer. 25:30; 48:33). El jugo de la uva negra manchaba sus pieles y vestimenta (Is. 63:1-3). El líquido que caída a la cuba inferior era a continuación trasvasado a odres o a vasijas de barro (Jb. 32:19; Mt. 9:17). Cuando la fermentación había llegado al grado deseado, el vino pasaba a otros recipientes (Jer. 48:11, 12).
Los israelitas bebían el jugo de la uva en forma de mosto tal como salía del lagar, o como mosto fermentado (vino). Se servían del vinagre obtenido por una fermentación más prolongada del vino (véase VINAGRE). En la antigüedad, se hervía ocasionalmente el mosto para transformarlo en jarabe o miel de uvas (véase MIEL). Los autores latinos mencionan diversas formas de conservación de las uvas e incluso del mosto. Se intentaba impedir la fermentación a fin de poder disponer de un líquido rico en azúcar. Los romanos azucaraban sus alimentos con miel o con zumo concentrado de uva obtenido por ebullición del mosto.
Entre los israelitas, las diversas bebidas que provenían de la vid llevaban nombres distintos:
(1) «Tîrõsh» (gr. «gleukos») designaba el jugo recién exprimido de la uva, y el vino nuevo. Josefo emplea el gr. «gleukos» al hablar del jugo de las uvas exprimidas sobre la copa del Faraón (Ant. 2:5, 2; Gn. 40:11). Los antiguos distinguían entre el jugo obtenido de esta manera y el líquido que se conseguía de las uvas en el lagar. Cuando tenía lugar la fermentación, el mosto se volvía embriagante (Os. 4:11). Cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés, los apóstoles fueron acusados de estar llenos de mosto (Hch. 2:13). Hay exegetas que pretenden que «Tîrõsh» no significa ni mosto ni vino nuevo, sino solamente las uvas de la vendimia, pero son numerosos los textos que refutan esta infundada afirmación (p. ej.: Jl. 2:24; cfr. 3:13; Nm. 18:12; Neh. 10:37; Os. 4:11; Is. 62:8, 9; 65:8; Mi. 6:15; Dt. 7:13; 11:14; 12:17; Os. 2:7; Jl. 1:10; 2:19).
(2) El heb. «'ãsis», que se deriva de un término que significa «prensar», designaba el jugo de la uva o de otros frutos, especialmente el no fermentado. Pero también se aplicaba a bebidas fermentadas (Is. 49:26; Am. 9:13). En ocasiones se usa del mosto de la granada (Cnt. 8:2). Los israelitas bebían de buena gana el mosto, pero preferían el vino añejo (Lc. 5:39; Eclo. 9:10).
(3) El heb. «yayin» está relacionado con el término semítico del que se derivan el gr. «oinos» y el latín «vinum». El aram. «hamar», o «hemer», designaba la misma bebida; el primer pasaje bíblico en el que aparece el término «yayin» se halla en Gn. 9:21, donde significa «jugo fermentado de la uva». No hay razón alguna para atribuir a este término, en los otros pasajes, ningún sentido distinto. El término gr. «oinos» tiene el mismo sentido que «yayin». Sin embargo, si el adjetivo «nuevo» acompaña a «oinos», la expresión significa entonces mosto, fermentado o no. Hay exegetas que pretenden que esta expresión debería ser sinónima de bebida no fermentada. Se apoyan en el hecho de que en épocas tardías los judíos bebían «yayin» durante la Pascua, siendo que estaba absolutamente prohibido consumir levadura durante los siete días de esta solemnidad. Pero éste es un argumento inválido, porque los fermentos del vino no eran considerados levaduras. La Misná afirma que se bebía vino durante la Pascua (P'sãhîm X). En cambio, durante esta misma fiesta estaba prohibido poner harina en el «hãrõseth», una salsa compuesta de especias y de frutos mezclados con vino o vinagre. La prohibición provenía, sin duda alguna, de la asimilación de la fermentación de esta mezcla a la acción de la levadura en la masa (Misná, P'sãhîm 2). En Palestina había una gran variedad de vinos; los del Líbano tenían gran fama. Los tirios compraban el vino de Helbón.
Cuando instituyó la Santa Cena, el Señor Jesús mencionó «el fruto de la vid» (Mt. 26:29), expresión empleada desde tiempos inmemoriales por los judíos, con ocasión de las solemnidades pascuales y de la víspera del sábado (Misná, B'rãkõth 6:1). (Véase PASCUA.) Los griegos se servían también de esta expresión en el sentido de bebida fermentada (cfr. Herodoto 1:212). Por lo general los textos bíblicos mencionan el jugo de la uva negra (Is. 63:2; Ap. 14:18-20), y le dan el nombre de «la sangre de uvas» (Gn. 49:11; Dt. 32:14). El término heb. «mesek», mezcla, indica un vino rebajado con agua o aromatizado (Herodoto 6:84; Sal. 75:8). Este término parece haber tenido un sentido peyorativo porque se aplicaba sobre todo a vinos mezclados con drogas estupefacientes o excitantes. Los israelitas desconocían la destilación. Los vinos aromatizados llevaban nombres indicando su «bouquet», «mimsak» (Pr. 23:30; Is. 65:11); «meseq» (Plinio, Hist. Nat. 14:19, 5; Cnt. 7:3; 8:2).
(4) El «shêkãr» era una bebida fuerte elaborada con jugos de frutas que no eran las uvas. Así, se obtenía el «shêkãr» por fermentación de la cebada, de la miel, de los dátiles, de las granadas, del vino de la palma, del jugo de la manzana (Herodoto 2:77; 1:193; Jerónimo, «Epist. ad. Nepotianum»). También se hacía lo mismo con el loto (Herodoto 4:177). «El shêkãr» producía embriaguez (Is. 28:7; 29:9). Este término, «shêkãr», sólo se emplea una vez para indicar la libación con vino puro (Nm. 28:7).
(5) Otros nombres de vinos: «sõbe'», término derivado de una raíz que significa beber inmoderadamente (Is. 1:22; Os. 4:18; Nah. 1:10); «sh'marim» designa las heces del vino, y por ello el vino añejo, de calidad superior por haber estado largo tiempo sobre las heces.
Usos del vino:
(a) Medicinal (Pr. 31:6; Lc. 10:34; 1 Ti. 5:23);
(b) ritual (Éx. 29:39-41; Lv. 23:13);
(c) doméstico: en Palestina, como en todos los demás países mediterráneos, el vino ligero ha sido siempre un elemento de la comida (Nm. 6:20; Dt. 14:26; 2 Cr. 2:15; Neh. 5:18; Mt. 11:19; 1 Ti. 3:8). El pan y el vino, bases de la alimentación, simbolizaban la comida como un todo (Sal. 104:14, 15; Pr. 4:17). Se ofrecía vino a los invitados (Gn. 14:18); estaba presente en los festines (Jb. 1:13, 18; Jn. 2:3). Los israelitas, pueblo de sencillas costumbres, estaban sin embargo expuestos a abusar del vino, especialmente en las fiestas. Su consumo estaba prohibido a los sacerdotes cuando tenían que oficiar en el Tabernáculo (Lv. 10:9). Se recomendaba a los jueces que no bebieran vino (Pr. 31:4, 5; cfr. Ec. 10:17; Is. 28:7). El exceso en la bebida se prevenía de diversas maneras:
(A) Se rebajaba el vino con agua (2 Mac. 15:39; cfr. Herodoto 6:84). Se mezclaba agua caliente con el vino que se servía en la Pascua (véase PASCUA); la Misná lo menciona (P'sahîm 7:13; 10:2, 4, 7). A ello se debe que en la iglesia primitiva se rebajara con agua el vino de la Santa Cena (Justino Mártir, «Apología» 1:65).
(B) Un maestresala presidía los banquetes (Eclo. 32:1, 2; Jn. 2:9, 10). Uno de sus deberes (por lo menos por lo que se desprende de las costumbres griegas) era determinar en qué proporción se tenía que mezclar el vino, que se conservaba concentrado hasta el momento de consumirlo, y determinar qué cantidad podía beber cada invitado.
(C) Había advertencias severas que ponían en guardia a los israelitas en cuanto al peligro de entretenerse en el vino, de mezclar bebidas fuertes. En la Biblia se muestra el envilecimiento de los que no se saben moderar (Gn. 9:21; Pr. 23:29-35; Is. 5:22).
(D) Había numerosos proverbios que estigmatizaban la insensatez de la embriaguez (Pr. 20:1; 21:17; 23:30, 31; Hab. 2:5).
(E) La embriaguez, como bien lo sabían los israelitas, es un grave pecado que Dios juzga y castiga (1 S. 1:14-16; Is. 5:11, 17; 1 Co. 5:11; 6:9-10; Gá. 5:21; Ef. 5:18; 1 P. 4:3).

nom, VIÑA. Véase VID.

nom, VIOLENCIA
vet,
Por la entrada del pecado en el mundo entró asimismo no solamente la muerte, sino también la violencia, expresión de la energía lanzada a un afán de dominio ilegítimo por parte del hombre pecador, o en una oposición enérgica contra la actividad del pecado por parte de instrumentos para ello elegidos por Dios.
El primer acto de violencia registrado en la Biblia es el asesinato de Abel por parte de Caín (Gn. 4). Por la violencia inicua de los hombres Dios envió el Diluvio para destruirlos con la tierra (Gn. 6:11-13). Los malos aman la violencia (Sal. 11:5) y confían en ella para enriquecerse (Sal. 62:10). Dios aborrece la violencia inicua de los hombres, y en ocasiones responde a su violencia con una violencia justa en juicio (cfr. 1 R. 18:20-40; 21:18-29). La instauración del Reino de Cristo sobre la tierra será violenta y en juicio (cfr. Dn. 2:44, 45). Se debe insistir, sin embargo, en la distinción entre la violencia de los hombres pecadores, que buscan mediante ella satisfacer su soberbia o sus odios, y la violencia de Dios, ejecutada sólo como último recurso, en toda justicia y mesura, cuando la iniquidad ha llegado al colmo (cfr. Gn. 15:16), y por un Dios que es lento para la ira y grande en misericordia (Sal. 86:15; 103:8; 145:8).
El Reino de los Cielos sufre oposición violenta del enemigo desde su proclamación por su heraldo (Mt. 11:12; Lc. 16:16), y ello hasta su gloriosa instauración en poder y gloria (cfr. Dn. 2:44, 45). Aquellos dispuestos a afrontar valientemente la oposición son los que fuerzan la entrada al Reino usando de la energía de la fe. Los proclamadores del Reino han sufrido, y sólo los violentos, los que no se dejan detener por obstáculos y oposiciones de todo tipo, consiguen un puesto en este Reino. Este estado de cosas es temporal; con el Rey ausente, el cristiano sabe que no se halla aún en territorio «pacificado»; para ejercer esta «violencia» ha recibido la armadura descrita en Ef. 6:13-18.
Llegará el día en que desaparecerá definitivamente la violencia, con el establecimiento del estado eterno, en el que la justicia morará (2 P. 3:13; cfr. Ap. 21:3-5), una vez que Cristo haya destruido toda oposición (1 Co. 15:24-26). «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mt. 5:5). Esta es la respuesta divina frente a la soberbia y violencia de los hombres, que buscan el dominio sobre los demás fiados en sus fuerzas. Todos los imperios humanos, fundados sobre la violencia y la opresión, se desmoronarán a la venida del Ángel cuyo nombre es Príncipe de Paz (Is. 9:6).

nom, VIRGEN
ver, UGARIT
vet,
Alguien que no ha tenido nunca relaciones sexuales; este término se usa generalmente de mujeres. Es traducción de dos términos heb. y un gr.
(a) Heb. «b'thûlãh», de una raíz que significa «separada», que vivía guardada en casa de su padre. De ahí que por lo general significa virgen, desposada o no (Gn. 24:16; Dt. 22:23, etc.); sin embargo, en Jl. 1:8 se refiere a una joven casada. En textos aram. posteriores, su equivalente se refiere a una mujer casada.
(b) Heb, «'almãh». Este término se traduce «virgen», «moza» o «doncella». Es el que aparece en Is. 7:14 en relación con la profecía de Emanuel. Ha sido objeto de muchas controversias. La postura «modernista» de que sólo significa «muchacha» o «mujer joven» es insostenible, a pesar de su difusión. En relación con la señal de Isaías, «'almãh» es precisamente el término a emplear, por las siguientes razones:
(A) De todo el contexto del AT se desprende que «'almãh» siempre se refiere a una «doncella», «moza», o, en todo caso, «mujer soltera», nunca unida legítimamente a marido.
(B) Ello queda confirmado por la literatura ugarítica (véase UGARIT), en la que «glmt», el término equivalente en ugarítico, nunca se usa de mujeres casadas, sino siempre de «mozas» o solteras (véase E. J. Young, «The Book of Isaiah», Wm. Eerdmans, 1978, vol. 1, p. 287).
(C) Hay un solo pasaje bíblico en el que «'almãh» puede denotar a una muchacha inmoral, pero no casada (Pr. 30:19).
(D) No hay ninguna otra palabra que se pueda usar con mayor propiedad para significar una mujer no unida a un hombre, pues «yaldah» sólo se refiere a niñas, «na'rah» es aplicable a todas las mujeres, y «b'thûlãh», que según algunos exegetas habría sido el término más adecuado, no sirve tampoco al no significar unívocamente una virgen (véase [a]).
«'Almãh» es el único término heb. que significa inequívocamente una mujer soltera. En Is. 7:14 se afirma una señal del Señor: que una «'almãh» concebiría y tendría un hijo. Ahora bien, todo el contexto bíblico impide que ello deba entenderse como un acto inmoral de una mujer soltera. Esta señal se refiere evidentemente a la concepción contraída por una mujer soltera y pura. Es evidente que los traductores de la LXX lo entendieron así mismo cuando, mucho antes de la vida de Jesucristo, tradujeron este pasaje en este sentido.
(c) Gr. «parthenos», término gr. que significa estrictamente «virgen», el término elegido por los traductores de la LXX como equivalente de «'almãh» en el contexto de Is. 7:14; en el NT se usa de la virgen María (Mt. 1:23, citando Is. 7:14; Lc. 1:27, de María en el relato de la Anunciación).
Además de su uso normal, se emplea también como sinónimo de devoción y fidelidad a Cristo (2 Co. 11:2).

nom, VIRTUD
vet,
Este término denota una excelencia moral motora de acciones rectas y dignas.
En el AT, Moisés escogió varones virtuosos para que le ayudaran en la tarea de juzgar al pueblo de Israel (Éx. 18:21-25).
Rut recibe el calificativo de mujer virtuosa (Rt. 3:11). La mujer virtuosa es la corona de su marido (Pr. 31:10), y en Pr. 31:10 ss. se describen sus excelencias.
Las virtudes cristianas deben ser lo que llene la mente del cristiano (Fil. 4:8); en 2 P. 1:5, la virtud es efecto de la fe en acción; los cristianos somos «pueblo adquirido por Dios» con el objeto de anunciar «las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 P. 2:9).

nom, VISIÓN
vet,
Aquello que Dios muestra de forma sobrenatural al espíritu o a los ojos corporales. La Biblia no siempre distingue netamente entre visiones y sueños, pero señala la gran diferencia entre las visiones vanas (Jb. 20:8; Is. 29:7) y las visiones de los profetas de Jehová. Las visiones pueden dirigirse a los sentidos por mediación de un objeto externo. Moisés vio la zarza ardiente (Éx. 3:3). Pueden también presentarse a la imaginación, sin el concurso de los sentidos. Ezequiel tuvo una visión de cuatro seres vivientes (Ez. 1:4-28). La visión se dirige en ocasiones sólo a la inteligencia. Un ejemplo es la revelación de las semanas (Dn. 9:20-27). Puede haber una combinación de las tres formas de visión (Hch. 10:9-20). Estos fenómenos sobrenaturales pueden darse de día o de noche, con o sin éxtasis, a veces por medio de un sueño (Hch. 16:9; 18:9; 2 Co. 12:1-4; Lc. 1:22; Mt. 17:9; Lc. 24:23; Hch. 26:19). Las visiones no están reservadas únicamente a los santos; hubo paganos que las tuvieron (Gn. 41:1-36; Nm. 24:4, 16; Dn. 2:3-23). El que recibe la visión está convencido de que Dios se dirige a él. Las Escrituras advierten en contra de las falsas visiones y señalan a quien lo reconozca lo vano de estas manifestaciones (Jer. 23:13-27; cfr. Is. 8:19-20; Dt. 18:10-14).
Las visiones que provienen de Jehová llevan la impronta de Su Espíritu de sabiduría, de pureza, de verdad, de justicia. Su contenido, siempre moral, tiene un objeto didáctico, frecuentemente en relación con acontecimientos próximos o futuros. Numerosas visiones de carácter profético han sido ya cumplidas. La Biblia denuncia a los falsos profetas y los condena (Jer. 14:14, 15; Ez. 13:8-10; Mt. 7:15-20; 1 Jn. 4:1).

nom, VIUDA
tip, COST LEYE
ver, MATRIMONIO
vet,
Las viudas llevaban una ropa especial que las distinguía (Gn. 38:14, 19). Después de quitarse las joyas, se ceñían de saco y se mesaban los cabellos, no ungiéndose la cabeza (Jdt. 10:3, 4; 16:7-8).
Dios exhorta a tener compasión de los desventurados entre los que cuenta a las viudas (Dt. 10:18; Sal. 68:5; 146:9; Pr. 15:25; Jer. 49:11).
La Ley de Moisés, como después de él los profetas, exhortaban a los israelitas a tratar a las viudas con justicia. Dios castigará a los que las dañen (Éx. 22:22; Dt. 14:29; 16:11, 14; 24:17-21; 26:12, 13; Is. 1:17; Jer. 7:6; 22:3; Zac. 7:10; Mal. 3:5).
Jesús ataca a aquellos que atentan contra los recursos de las viudas (Mr. 12:40).
La iglesia primitiva se cuidaba de las viudas desvalidas (Hch. 6:1; Stg. 1:27; 1 Ti. 5:3, 16), con la condición de que tuvieran al menos 60 años y que precisaran de esta ayuda (1 Ti. 5:9, 10).
Desde finales del siglo II hasta el IV, los autores eclesiásticos hablan de las viudas ancianas como formando una especie de hermandad encargada de ocuparse de las mujeres que pertenecían a la iglesia, especialmente de las viudas más jóvenes y de los huérfanos. En el año 364 d.C., el sínodo de Laodicea abolió esta función.
En cuanto a segundas nupcias de una viuda con un hermano de su marido, véase MATRIMONIO.

nom, VOCACIÓN. Véase LLAMAMIENTO.

nom, VOLUNTAD
ver, ELECCIÓN
vet,
La voluntad del hombre enfrentada a la de Dios es la esencia del pecado y la base de la caída de Adán. El Segundo Adán, el Señor Jesucristo, dijo de Sí mismo: «no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre» (Jn. 5:30; He. 10:7, 9). Asimismo, el cristiano es llamado a hacer, no la voluntad de su carne y de los pensamientos (cfr. Ef. 2:3), sino a hacer de corazón la de Dios (Ef. 6:6), buscando diligentemente conocerla (Ef. 5:17), comprobando Su voluntad, agradable y perfecta (Ro. 12:2). Frente a la caída por el ejercicio de la voluntad autónoma del hombre, Dios ejerce Su acción redentora conforme al misterio de Su voluntad (Ef. 1:9), que se manifiesta en Su elección de Sus santos (Ef. 1:11) (véase ELECCIÓN) para alabanza de Su gloria, y para vivir en conformidad a Su voluntad, no conforme a las concupiscencias de la carne (1 P. 4:2). «El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn. 17).

nom, VOTO
tip, LEYE
vet,
Compromiso voluntario a consagrarse a Dios, o a consagrarle un hijo o los propios bienes. Bajo el imperio del temor, o del deseo, los hombres de todas las naciones tienen la tendencia a hacer votos que se comprometen a cumplir (Gn. 28:20-22; Nm. 21:2; 1 S. 1:11; 2 S. 15:8; Jon. 1:16).
El primer voto mencionado en la Biblia es el de Jacob en Bet-el. En este voto le prometió a Dios el diezmo de todos sus ingresos, y de levantarle un lugar de culto si Él lo bendecía en su viaje (Gn. 28:18-22).
Bajo la Ley, los israelitas no estaban obligados a hacer votos, pero, si se prometían voluntariamente, había la obligación de cumplirlos puntualmente. La Ley daba también instrucciones acerca de los casos excepcionales en los que fuera imposible su cumplimiento (Nm. 30:2-14; Dt. 23:21-23; Sal. 1:14; Ec. 5:4, 5; Nah. 1:15; etc.).
Los únicos casos de votos en el NT son el de Pablo (o de Aquila, en opinión de algunos) en Cencrea, que está envuelto en un velo de misterio, y el de los cuatro varones de Jerusalén (Hch. 18:18; 21:23). Es probable que se tratara de un voto de nazareato, por el hecho de afeitarse la cabeza. Según la Ley, el último afeitado tenía que ser llevado a cabo en el Tabernáculo o en el Templo (Nm. 6:18).

nom, VULGATA
tip, LIBR
vet,
(lat.: «de uso universal»).
Éste es el nombre que por lo general se da a la versión latina de las Escrituras, significando que es la comúnmente recibida; es la versión oficial y acreditada por la Iglesia de Roma. Había una versión latina anterior. Pablo manifestaba en su Epístola a los Romanos que había sido su deseo visitarlos desde hacía «muchos años» (Ro. 15:23). Es por ello bien posible que ya en este lapso de tiempo los creyentes en Roma se hubieran procurado copias del AT en latín, y de los escritos del NT conforme se iban redactando los Evangelios y las Epístolas.
Jerónimo (346-420) y Agustín de Hipona (350-430) dan evidencia de que en el siglo IV había una gran variedad de versiones latinas, aunque modernamente se acepta que muchas de ellas pueden provenir de alguna recensión desconocida. En cuanto al AT, estas versiones fueron traducidas de la LXX.
Agustín menciona, sin embargo, que una de estas versiones destacaba de las demás por su claridad y fidelidad, distinguiéndola por el nombre de Itala. Ello ha conducido a asociar los más antiguos códices latinos con Italia, donde ya en los días de los apóstoles había ciertas asambleas (Hch. 28:13-15; He. 13:24).
Otros, al comparar las copias más antiguas con los escritos de algunos Padres latinos, están persuadidos de que la traducción primitiva al latín tuvo lugar en África. Esta opinión fue aceptada por Lachmann, Tischendorf, Davidson y Tregelles. Cabe la posibilidad de que hubiera versiones llevadas a cabo en ambos lugares.
Los principales mss. que citan los críticos textuales como anteriores a la época de Jerónimo reciben el nombre de Vetus Latina, representada, por lo que parece, por la línea europea, o Ítala, y por la africana, y son:
(a) Cod. «Vercellensis». Contiene los Evangelios. Siglo IV.
(b) Cod. «Veronensis». Los Evangelios. Algo posterior a (a), es una buena muestra de la Vetus Latina.
(c) Cod. «Colbertinus». Todo el NT, pero sólo los Evangelios son de la Vetus Latina. Siglo XI.
(d) Cod. «Bezae». Las secciones latinas de los Evangelios y Hechos. Siglos VI o VII.
(e) Cod. «Claromontanus». Las Epístolas de Pablo. Siglos VI o VII.
(f) Cod. «Palatinus». Los Evangelios. Siglos IV o V. Texto mixto.
(g) Cod. «Laudianus». Los Hechos del Codex E griego.
(h) Cod. «Sangermanensis». Las epístolas de Pablo. El texto latino del Codex E griego, pero se considera que es una copia de (d).
(i) Cod. «Boernerianus». Epístolas de Pablo. El texto interlineal latino del Codex G griego. Siglos IX o X.
(j) Cod. «Claromontanus». Los Evangelios. Pero sólo Mateo en la versión de la Vetus Latina. Siglos IV o V.
(k) Codex «Bobbiensis». Secciones de Mateo y Marcos. Es considerado por algunas autoridades como el representante más antiguo del tipo africano. Siglos IV o V.
(l) De un «speculum», una destacada obra antigua. Contiene unos textos del AT y del NT, sin notas ni comentarios, ordenados bajo unos encabezamientos doctrinales. Este texto es considerado africano en contraste con el itálico. Contiene dos veces 1 Jn. 5:7, conocido como «los testigos celestiales». Siglos VI o VII.
Existen muchas otras porciones, habiendo dificultad en adscribirlas a África, a Italia o a Europa. Hay también ejemplares españoles de la Vetus Latina.
Habiéndose multiplicado mucho las copias latinas en el siglo IV, y apareciendo evidentes corrupciones en algunas de ellas, se hizo patente que era necesario llevar a cabo una revisión y uniformización, y Dámaso, obispo de Roma, encargó a Jerónimo esta tarea. Jerónimo, consciente de las dificultades que iba a tener que afrontar, y los prejuicios que tal obra suscitaría, era, sin embargo, consciente de su necesidad. Afirma que había errores «por falsas transcripciones, por burdas correcciones, y por negligentes interpolaciones». Estos males sólo podrían remediarse volviendo a los originales.
Siendo que los defectos afectaban mayormente a los Evangelios, se dedicó primero a ellos, aunque no volviéndolos a traducir, sino revisando la Vetus Latina. Su revisión de los Evangelios apareció el año 384, con un prefacio a Dámaso, que murió aquel mismo año. Es probable que finalizara el NT el 385. Su versión del AT fue hecha directamente del hebreo, excepto los Salmos, que tradujo de la LXX.
En los 400 años siguientes fueron otra vez introduciéndose errores con la multiplicación de las copias, hasta que Carlomagno buscó remedio a ello encargando a Alcuin la revisión del texto para la lectura pública. Esta revisión salió a la luz en el año 802, y recibe el nombre de Biblia de Carlomagno. Sin embargo, las copias seguían multiplicándose, y con ellas los errores. Al llegar la invención de la imprenta, se publicaron varias ediciones, con divergencias entre ellas. Al final, los papas emprendieron la tarea de preparar una edición correcta, que fue finalizada por Sixto V en 1590; sin embargo, el resultado no fue muy satisfactorio, por lo que se llevaron a cabo otras revisiones. En 1592 Clemente VIII publicó una, en 1593 otra, y una tercera en 1598, con una lista de erratas para las tres. Las copias modernas llevan la fecha de 1592. Al dar la Vulgata como autoridad para las varias lecturas del NT, las ediciones impresas no son citadas con frecuencia, sino los mss. aún existentes de la revisión de Jerónimo. Los principales son:
am. Cod. «Amitianus», conteniendo toda la Biblia. Siglo VI.
fuld. Cod. «Fuldensis». El NT. Siglo VI.
tol. Cod. «Toletanus». Toda la Biblia en letras góticas.
for. Cod. «Forojuliensis». Partes de los Evangelios.
per. Fragmentos de Lucas.
harl. Cod «Harleian». Los Evangelios. Siglo VII.
Existen además porciones y fragmentos de muchos otros.
El pasaje de Jn. 7:53-8:11, «la mujer tomada en acto de adulterio» (que aparece omitido ea muchos mss. griegos, incluyendo A B C L T X Delta, pero habiendo un espacio en blanco en L y Delta) se halla en los Códices (c) y (e) de la Vetus Latina, y se hallaba en el (b), pero fue borrado. Ello ilustra cómo la Vetus Latina, preservada en la Vulgata, puede ser el medio de autenticar lecturas verdaderas que de otra manera quedarían rechazadas debido a la supuesta preponderancia (en importancia, no en cantidad) de mss. griegos en contra de ellas. Agustín (354-430) y Nicon (siglo X) explican que este pasaje fue omitido porque se opinaba «que daba licencia a pecar» (!).
El texto de la Vulgata, y de la Vetus Latina detrás de él, tiene, como testigo, una gran importancia en estudios de crítica textual, como otras antiguas versiones, además de su gran papel ea la transmisión de la Palabra de Dios en el mundo latino del pasado. Por ello tiene, además de un gran interés para la crítica, también un gran interés como legado histórico.
Véase VERSIONES ANTIGUAS.

Bibliografía:
S. Berger: «Histoire de la Vulgate», París, 1893;
Germain Morin: «Études, textes, découvertes. Contributions á la littérature et à l'histoire des douxe premiers siècles», en Anécdota Maredsolana, Maredsous, 1913;
Jean Gribomont: Artículo «Vulgata», en Enciclopedia de la Biblia, Ed. Garriga, Barcelona, 1963.